Madrid,
28 agosto 2013:
“…He
mirado en el tiempo las razones que me han llevado a decidir el camino
recorrido en estos últimos años. Las personas que trascienden y nos sirven de
ejemplo aunque sea en el anonimato, son mi principal motivación. Para ellos va dedicado
este Premio de Periodismo APM. Estoy inmensamente agradecida; sobre todo, de
una gran mujer que movió de manera positiva todos los cimientos de mi vida y que con toda seguridad me acompaña en la
distancia…”
Así
concluyeron las palabras de Marta Fernández al recibir un justo premio fruto de
un exhaustivo trabajo periodístico en la que enmarcaba la vocación por ayudar y
dar a conocer gente positiva. Entre los aplausos y las felicitaciones de sus
compañeros. Su mente viajaba por aquellos lugares del pasado…
Marta
nació en un pequeño poblado cerca de Santiago de Compostela. Su temprana
afición a las letras la llevo, más adelante, a estudiar la carrera de
Periodismo. Conquistó muchas metas; pero, había algo dentro de su ser que
carcomía toda muestra de felicidad. Tal vez, la muerte de sus padres o los
desamores volvieron su corazón, duro. Esa soledad interna se transfiguraba en
una persona capaz de conseguir sus metas pasando por encima de todo y de todos.
El buscar esa noticia que impacte sin importarle la forma, era todo lo que le
interesaba. En eso, era la mejor.
Un
día mientras trabajaba en la redacción del periódico, escuchó un comentario
entre su director y un miembro de las Fuerzas
Armadas, un Coronel de apellido Gómez, quien le manifestó el deseo de llevar un
grupo de periodistas hacía una base militar, cerca de un lugar llamado
Badakhshan en Afganistán. La misión era de plasmar y difundir la labor
internacional de la Brilat en la zona, a pocos meses de la retirada paulatina
de las tropas españolas.
Como
no era de esperar, al marchar el Coronel, Marta aprovecho el momento y abordó a
su jefe para pedirle, efusivamente, el puesto y viajar junto a otros compañeros,
hasta dicho país.
_
Me parece que estas delirando mujer. Ese lugar es una cosa demasiada seria.
Además me haces falta aquí para cubrir actos en toda España.-le espetó su jefe-
_
Como va a decirme eso. Es otro lugar como cualquiera donde hay que dejar constancia
de hechos, tomar un poco de fotos. Me imagino, a los guapos soldados nuestros
rodeados de algunos simples aldeanos. Una foto para impresionar y nada más.
_ No lo sé, pensaré y luego te lo digo.
Los
días pasaron y la decisión estaba tomada. Marta como siempre salió ganadora. Se
presentó en las instalaciones de la Brilat, en Pontevedra, una semana antes del
viaje. Ella y los otros periodistas fueron instruidos en algunos aspectos
básicos. Le explicaron la historia del país, los sucesos surgidos a diario en
una zona de conflicto, el idioma. En fin, cosas sin importancia para ella. Trataba como de costumbre llevar esta
situación, siempre, bajo su control.
Eran
las 05:00 horas del 13 de junio del 2011 cuando llegó el momento de subir a la
aeronave que los transportaría hasta su destino. Aquel viaje duró
aproximadamente unas 8 horas hasta llegar al aeropuerto de Fayzabad capital de
la provincia de Badakhshan.
A
unos cuantos kilómetros, fuera de la ciudad, se encontraba el campamento
español destacado desde hace un par de años. El convoy desde que salió del
aeropuerto hasta la base militar no tuvo inconvenientes. El grupo de
periodistas acreditados pertenecían a medios de comunicación y agencias
importantes, en total eran 15 personas. El medio que representaba Marta no solo
la envió a ella; sino también, a dos compañeros, un fotógrafo y otro
corresponsal.
La
vida en el campamento era monótona y peligrosa. El ejército siempre estaba
alerta ante cualquier ataque de la insurgencia. Aunque, las autoridades y el
pueblo, jamás se dejaron controlar por
los talibanes. De vez en cuando, se presentaban pequeñas escaramuzas.
El
trabajo, con el calor, se volvía fastidioso. Los envíos, a pesar de la
distancia, eran recibidos y difundidos rápidamente.
Una
mañana, cuando desayunaba. Marta decidió sentarse en una mesa junto a unas
oficiales y en la conversación, una de ellas, comento algo sobre una mujer que
los pobladores de las montañas respetaban. Su historia según le dijeron, era
impresionante…La idea de ocuparse de esa historia corrió por su mente. Así
empezó un camino que cambiaría su vida y su pensamiento…
A
la tarde, todos los periodistas decidieron acompañar un convoy militar hacía la
ciudad para recoger a un grupo de oficiales que instruían a la policía local.
En el camino tuvieron que parar varias veces por aviso de minas. Ya dentro de
la ciudad y con algunos guías locales, se adentraron en el enmarañado sin fin
de callejuelas, hasta llegar cerca del mercado principal donde se ubicaba, por
ese día, un grupo de médicos pertenecientes al Batallón de la Brilat llegados
hace un año. Mientras la gente permanecía en la cola esperando su turno para
ser atendidos, una mujer, elegantemente vestida y muy bien reguardada por
policías no dejaba de mirar fijamente a Marta. Al pasar por su lado, en un
español no muy fluido, le pudo expresar lo muy parecida que era a una mujer que
conoció hace muchos años y que ahora la nombran como “La Madre Azul”…
_
Sabe señora, me gustaría conocer a esa mujer, de la que tanto hablan. He
escuchado historias sobre ella. ¿Usted sabe donde la puedo conseguir?
_
¿El lugar donde ella vive? Por supuesto.
De ella solo te puedo decir que es una
gran mujer y que su Dios nunca la ha abandonado. Su corazón es tan grande que
cabrían todos los lamentos del mundo y ella sin temor, las consolaría.
Esa
noche, quedaron en la ciudad Invitados por las autoridades locales para
celebrar una fiesta en honor de los nuevos funcionarios llegados desde Kabul.
La fiesta transcurría con toda normalidad y Marta, mientras tomaba un chai o
té, vio acercarse a la misma señora que había conocido por la tarde. Muy
cortésmente, dicha mujer se presento. Le mencionó su nombre: Marghalara o
perla. Ella resultó ser la esposa del Gobernador de la Provincia. Entre la
conversación, muy amable, le refrescó la memoria nuevamente con la misma pregunta.
_
¿Aún deseas conocer a tan popular mujer? si aceptas, te llevaré con gusto. Solo
es cuestión de hacer algunos arreglos…
A
Marta le pareció estupendo; ya que, sacó a relucir su vena periodística para
investigar y sin dar marcha atrás, se decidió y acepto.
_
Maravilloso señorita. Entonces prepárese que la llevaré ahora mismo. “La madre
azul” estará ya en casa descansando después de peregrinar a los muchos lugares por
donde ella va.
_
Pero, ¿Ahora mismo? ¿No cree usted que es algo peligroso andar por estas calles,
mientras cae la noche? aunque para serle sincera, no me da miedo; Además, tengo
mucho interés por conocerla. Me come la curiosidad…
_
Entonces, andando. Como sabía que aceptarías, le pedí a mi esposo que nos
llevara un grupo de sus más leales hombres para protegernos. Cosas rutinarias.
Sé que nadie osaría meterse con nosotras.
Esa
seguridad que imponía Marghalara llenó el espíritu de Marta, quien dejándose
llevar por tal ímpetu marchó. El grupo se dirigió hasta las afueras de la
ciudad, cruzaron el puente sobre el río Kokcha y a cinco minutos de caminata se
encontraba una solitaria casa cerca de una colina. Esta casa, como decía
Marghalara, era pequeña de tamaño, pero grande de corazón. Atravesaron la
entrada de un patio, vieron que muchas personas dormían en su interior. Gente
que por su apariencia eran de pobreza extrema, enfermos… Cuando llegaron hasta
la puerta principal, decidieron que solo entraría Marta; al tocar la puerta,
una voz suave, la invitó a entrar.
_
Puedes pasar, hija mía. Cualquier persona es bienvenida, fuese quien fuese.
Una
vez dentro de la casa y a solas con la extraña mujer. La primera impresión fue
de total paz interna. Marta sintió como su cuerpo se relajaba ante el sonido
casi mágico que emanaba de los labios de aquel personaje…
_
Dios no tiene tiempo para inmiscuirse en tantas banalidades inventadas por los
hombres. Quisiera contarte una historia: Hace muchos años, recuerdo. Hubo una
joven con ganas de vivir nuevas experiencias, caprichosa y rebelde, que un día
marchó de casa en busca de aventuras sin importarle las miradas juzgadoras de
la gente. Una joven que tenía todo a la mano, que no se preocupaba más que en su
propio provecho.
_
Disculpe, no es mi intensión cortarle las palabras. Tan solo quiero saber la
razón que al parecer le ha llevado a aceptar mi visita. ¿Es como si estuviese
esperándome?
A
pesar de la poca luz, se podía ver la silueta pequeña de una mujer ataviada con
una prenda de la zona llamada shalwar kameez o ropa de dos piezas de color azul
oscuro, cubriendo su rostro y hombros, un chador o velo de color azul más
claro. A primera vista, el nombre de ella, pensó que venía por la forma en que
se vestía, por los colores característicos de sus prendas…
_
No te preocupes, hija. Las razones, solo la sabe aquel que vela por todos
nosotros, aquel que te pone los propósitos en la vida y ese camino que te trajo
hasta aquí, es el motivo primordial de esta conversación.
_
Perdóneme, todavía no comprendo. ¿A qué se refiere cuando me expresa con esas
palabras, cual o tal motivo?…
_
Tranquila. Quisiera seguir relatándote, hablarte de aquella joven. Un día
conoció a un grupo de personas que en los años 60 recorrían el Medio Oriente
llevando alegría y salud a los más necesitados. Lastimosamente, por una
fatalidad del destino, murieron en un atentado cuando estallo el conflicto
Árabe-Israelí. Aquella joven quedó sola, decidió regresar a su país pensando
que todo estaba acabado. Solo ahondó más su tristeza, cuando supo que sus
padres también habían fallecido. Dada las circunstancias, no lo pensó mucho e
hizo lo que su corazón, siempre le dictó. Se libró de todo lo material que le rodeaba en este
mundo. Después, se adentro por lugares en que mujer alguna; jamás pensaría
imponerse, convirtiéndose en parte importante de otras personas. Aprendió a
madurar. Sabes, Dios siempre nos da un propósito. Cuando pasaron muchos años
aquella joven convertida en mujer curtida por la experiencia se enfrentó a
pruebas cada vez más difíciles. Una tarde
de febrero de 1990 un grupo de insurgentes muyahidines la apresaron, la
torturaron y casi muerta la abandonaron a su suerte en unas montañas cerca de
este poblado. Su cuerpo brutalmente golpeado fue encontrado por unos pastores.
Cuando la levantaron, un charco de sangre seca quedó depositado en el suelo. Lo
extraño fue que aquella silueta estaba rodeada de unas piedras azules llamadas
lapislázuli. Nadie se imaginó el motivo por la que aparecieron estas piedras
circundando su figura…
_
Un momento. Me está diciendo que aquella joven es usted. Es una historia increíble
de verdad, aquel collar que cuelga de su cuello está hecha con aquel material.
Ahora entiendo, lo de “La madre azul”. Pero prosiga por favor.
_
Pues sí, esa joven soy yo. Y estas piedras de mi collar, mas de estos anillos
son hechas con las que encontraron rodeando la silueta de mi cuerpo. Después de
todo, una gran bendición recayó en mí ser. Escape de la muerte porque Dios me dio
una razón para luchar, algo latente en mi vida. Desde aquel momento me entregué
aún más a favor de la gente más necesitada: Enfermos, pobres de espíritu,
aquellos que la sociedad los ha abandonado. ¿Sabes? a unos 8 kilómetros de aquí
existe una comunidad de enfermos de leishmaniasis. Ellos son unos parias, están
abandonados a su suerte. Les llevo las pocas cosas que me otorgan, les ofrezco
lo mejor que es el cariño. La gente ha comprendido que no se puede vivir del
odio y por eso me considera parte de su comunidad. Quise contarte esta historia
porque sé que guardas dentro de tu alma algo maravilloso que espera florecer…
Aquel
instante, Marta comprendió la verdadera razón de existir en un mundo lleno de
maldades. No había acto más hermoso que entregar la vida por el prójimo y no
aprovecharse de las circunstancias en favor personal. Cada individuo encuentra
la manera exacta, el punto preciso, desde el anonimato, para ayudar a ser más
fácil la vida de los demás.
Los
meses pasaban y Marta a la par que hacía su labor entregando sus reportajes de
la actuación de la Brilat, preparaba un informe sobre la mujer que conoció y
que hizo despertar en ella algo que nunca había sentido.
Ya
de regreso en casa, y tras unos buenos meses fuera. La gente que la conocía
observó un cambio radical. No era la misma, de aquella aventura quedaron marcadas
las palabras en su mente, las cuales la hicieron pasar a la acción. Hizo de su
prioridad el reportaje de investigación. Tomo como bandera el apoyar a gente
que ayudaba a los demás sin recibir nada
a cambio, organizaciones no gubernamentales sin fines de lucro; Hasta que fundó
una ONG a favor de la ayuda a desplazados por guerra, religión…
Cuando
Marta regresó a Badakhshan para apoyar a
los enfermos de leishmaniasis, representando a su ONG. Por más que buscó a su
amiga, nadie pudo darle razón de ella. Tan solo le dijeron que había marchado
hacía otros lugares llevando su amor por los pueblos más necesitados. Nunca pudo volver a ver a esa gran mujer que
encendió en ella, la llama de la bondad. Mientras recorría aquellos lugares,
veía en la sonrisa de la gente el gran amor que dejo como legado “LA MADRE
AZUL”…
*Parte de un grupo de relatos que conformarán un trabajo más extenso.