Defiende Francesc Serés que sus libros son, en el fondo, “historias de vida”, “literatura hecha a tres metros de la gente” por su necesidad de relacionarse con la realidad. Ningún galardón le hará estar más próximo a los lectores que el premio Llibreter, que en su XXII edición ha reconocido su novela La casa de foc, como el mejor libro de literatura catalana. No es el único reconocimiento que ha recibido esta obra, que nació al amparo del segundo premio Proa de novela (40.000 euros) el pasado noviembre y que refuerza unas semanas dulces para el autor de La pell de la frontera y La força de la gravetat, tras ser nombrado director del Institut Ramon Llull el 30 de junio. El galardón que concede el Gremio de Libreros de Cataluña también resaltó, en el apartado de Otras Literaturas, El país de los otros (Cabaret Voltaire; Angle, en catalán), de la autora francesa de origen marroquí Leïla Slimani.
La historia de un profesor vitalmente náufrago y desubicado que se esconde en la espesura de una Vall del Ser que explorará humanamente a través de la misteriosa familia de una masía que forman un viejo zahorí con su hija y su nieta ha proporcionado a Serés (Saidí, 1972) su octavo galardón con apenas una docena de obras publicadas, donde sobresalen los dobletes de La força de la gravetat (premios Serra d’Or y Nacional de Literatura de la Generalitat, 2006) y de Contes russos (Ciutat de Barcelona y Crítica, 2009).
“No iba a ser una novela, era una vivencia, un recuerdo transformado que acabó en novela”, ha asegurado Serés, que vivió unos años en la zona donde transcurre una novela de la que el jurado ha destacado su “juego con la ambigüedad y cómo el pasado condiciona siempre el futuro humano”. El autor, siempre cauto, no ha avanzado en qué trabaja ahora (“las cosas se hacen, no se anuncian”), en su particular contexto, en el que “hacer un libro me lleva cuatro o cinco años y a punto de los 49 años, hay que empezar a asegurar el tiro”. Con La casa de foc admite, sin embargo, que ha ratificado su particular equilibrio entre el aplauso de la crítica y del público. “Es un anzuelo que no quiero soltar, no quiero ir para atrás, pero para ello hay que pensarlo todo bien”.
Una abuela “alta y libre”
También ha reflexionado mucho y se ha basado parcialmente en lo vivencial Slimani (Rabat, 1981) para armar El país de los otros. La apasionada historia de amor de sus abuelos en un Marruecos bajo los rígidos efectos de la segregación colonial inspiraron a la historia de una joven alsaciana que en 1944 se enamora de un oficial marroquí del ejército francés. Extranjera, católica y mujer son los obstáculos que deberá ir afrontando la protagonista de la que quizá sea la novela más celebrada de la que es representante personal del presidente francés Emmanuel Macron en la Organisation Internationale de la Francophonie desde la aparición de Una dulce canción, con la que obtuvo el premio Goncourt en 2016. “Es una historia personal e íntima como política e histórica”, ha admitido por videoconferencia la escritora, que ha recordado a su abuela, “alta y libre, de mentalidad muy abierta para la época, sin prejuicios y que quedó impactada por el terrible patriarcado que se encontró al ir a vivir a Marruecos; fue mi primer modelo de mujer feminista”.
Recuerda Slimani que pasó parte de su infancia en la granja de sus abuelos, trabajo duro en tierra poco generosa, a lo que se unía el cultivo también de unos hijos y de su educación en un entorno de cultura colonial. “Quiero revisar lo que sucedió, ahí y en toda África, sin buenos ni malos, sin maniqueísmos, sólo explicar lo que pasó”, asegura la autora como objetivo de lo que será una trilogía que arranca con el libro galardonado.
Una cazadora en la Cataluña ibera
Si bien se han reconocido voces consagradas en la literatura para adultos, el premio Llibreter ha apostado por todo lo contrario en la narrativa infantil y juvenil, que han recaído, en dos de los galardonados, en sendos debutantes. Es el particular caso de la holandesa Annet Schaap (Ochten, 1965) quien, a pesar de haber ilustrado ya más de 250 libros desde 1991, no se ha decidido hasta ahora a dibujar y escribir el primero totalmente suyo, La nena del far (Pagès Editors), historia de La Llumeta, el sobrenombre de la hija de un amargado farero que ya ha sido traducida a 20 idiomas y cosechado tres reconocimientos anteriormente.
También debuta Ivan Vera (Badalona, 1988) con Àunia (Akiara Books), original historia ambientada en la Cataluña ibera donde la joven protagonista de 13 años, tan certera cazadora como independiente, abandona su aldea y transita hacia la vida adulta mientras Aníbal cruza con sus elefantes y los romanos imponen su ley. “La autodeterminación humana, la joven que no quiere el destino que le marcan sus padres, y la de los pueblos, unos iberos que apartan sus diferencias para luchar contra una cultura dominante: son temas universales y eternos”, apunta el joven autor, que empezó esta obra hace seis años, cuando tenía 16, como trabajo de final de Bachillerato, donde uno de los profesores le condujo a este periodo por “muy desconocido y poco abordado literariamente”. A la personalidad de Àunia no es ajena la labor de los dibujos de Sonia Pulido, premio Nacional de Ilustración 2020.
Si las tensiones raciales y religiosas azotan claramente a los protagonistas de la novela de Slimani, de una manera más sutil y con mejor concordia lo hacen también a los de Las estrellas (Joventut), donde una hábil mezcolanza de paciencia, amistad y pasión por la ciencia lija las distancias entre un niño judío y una niña musulmana en un barrio multirracial de Montreal, historia pergeñada por el canadiense Jacques Goldstyn (Quebec, 1958) y que le ha valido el galardón en la categoría de mejor álbum ilustrado. “Si queremos superar la estupidez humana que nos atenaza tanto hoy sólo tenemos el amor y la ciencia”, ha asegurado el autor telemáticamente desde su casa en Canadá.
El cartel de los premios Llibreter se completa con el Memorial Pere Rodeja en homenaje al librero gerundense, y que en su ya décima edición ha reconocido a la librera Gemma Garcia, fundadora del sello y de las librerías Vitel·la de L’Escala y, en plena pandemia el año pasado, de la de Palafrugell (“las librerías de pueblo nos sentimos muy solas, pero un país se viste desde cada uno de sus rincones”, ha asegurado), y al jefe de Cultura de los informativos de TV-3, Toni Puntí, por su labor divulgativa en el ámbito del libro y las librerías.