RESPLANDOR DE INOCENCIA
Crece sin mirar en el horizonte
un arco iris repleto de inocencia
que colma con su poblada paciencia
lo poco versado y poco prudente.
Entre el temor medras tan impaciente
por acelerar tan sana conciencia,
paso a paso se transforma la esencia
en una verdad clara y transparente.
Cuando la tenaz serpiente manchaba
abiertamente la razón del niño,
el eterno, con cuidado velaba.
El secaba lágrimas con el paño
santificado que se le negaba,
otorgándole sincero cariño.
EL VUELO DEL ALMA
Es el momento, el espacio preciso.
El destello de tu interior despierta
y vuela libremente por el mundo,
por aquella calle tan conocida.
Nadie observa, solo tú eres el dueño
impasible que sube la mirada
sin temor a despertar del delirio
profundo que emana el vuelo del alma.
No tienes miedo de gozar el viaje
apartando tu aventurero espíritu
de la dura verdad sin doblegarse.
Es la hora de sosegar el ímpetu.
La sustancia del cuerpo se convierte
en ser vivo alejado del tabú.
DIOSA DE LOS SUEÑOS
Desprotegido me encuentras,
desvalijándome el sueño;
te adueñas de este, mi cuerpo,
muy rendido a tus caricias.
¿Quién eres? No te conozco ¡Amor!...
Apareces siempre de la nada,
me impones tu hermosa figura,
me ahogas en tu fresco sudor.
Enredado en tus cabellos
me entrego sin vacilar,
atrapado entre tus brazos,
yo, solo debo callar.
Mis labios prueban tu dulce miel,
cosecha madura del paraíso.
No comprendo del bien o del mal
cuando me fuerzas a estar contigo.
Resiste el amanecer
entre una revuelta sábana
salpicada del fino placer;
tan espléndida, tan misteriosa…
LUCES DEL CIELO
La luz es ahora oscuridad,
marchito mundo de tempestad.
Tú rompes sin cesar la verdad,
matando toda humanidad.
Esculpiste de la nada
seres con alma de espada.
Tu luz les fue arrebatada
aquel día. Infausta emboscada.
Entre los huesos rebuscas
esas creaciones perfectas,
las montas en los altares…
¡Oh! Cruel castigo de Dioses.
Nunca más podrá volver a verte
como aquella criatura inocente.
La luz del cielo será indolente
para tan perverso caminante.
EL GIRO DEL ARCO IRIS
Las ansiadas sonrisas de febrero
nos prolongan las noches más hermosas.
Los sabios concejos fluyen primero
cual ríos colmados de piedras preciosas.
Los canales se transforman en mágicos
ideales; pero se adueña la noche
del vaivén de la tierra con los cánticos
celestiales nacidos del reproche.
Mudo nos observas tranquilamente
y el tiempo se detiene en un instante
ofreciéndonos un precioso arco iris.
¡De pronto! Te escapas y torna gris,
todo regresa de modo constante;
más el corazón se vuelve valiente…
LA PROMESA ETERNA
Le abriste la puerta de las promesas
sin dudar un segundo eterno maestro,
tratando de eliminar las sorpresas
que les hicieron escapar del antro.
Aunque no pertenezcas a este mundo
desde el reino de los sueños revives,
te conviertes en camino sin lodo
y explorador de profundos confines.
No morirá la grandiosa inocencia.
La palabra se conserva en el tiempo
retomando su afable convivencia.
No renuncies mi noble compañero,
aunque el desierto nos gobierne ¡Lidia!
no nos abandones al desamparo.
INSEPARABLE SOMBRA
Retornan las antiguas compañeras
observándome desde cualquier punto
en silencio; sin rostros, con mil
máscaras
que se adueñan del universo muerto.
Todos ellos contienen el color
dueño del entorno del cual no soy
y al que me llevas lleno de valor
sin que jamás pueda decir: ¡No voy!...
Al mudar todo se torna visible,
la realidad nuevamente regresa
sin explicarse; pues es imposible.
Pronto se repetirá la promesa.
Y mientras, le arrebato a lo improbable
la facultad de volverse engañosa.
DE MANOS BAJO EL PUENTE
La mañana transcurre lentamente,
su claridad trasciende con soltura
los confines más íntimos de un puente
que cobija dos manos con ternura.
Paso a paso el tiempo se vuelve amigo,
compañero de alegre caminata.
Muchas decisiones vuelan conmigo,
solo aquellos lazos rompen la huerta.
Ese muro de malvada distancia
se ahonda más con la fugaz partida
que renueva tan fatal profecía.
Me llevo con placer aquel calor.
Aunque la despedida sea un clamor,
pensaré solo en este gran amor…
CAMINO DEL EDEN
No me di cuenta cuando comenzó,
bordeamos infinidad de senderos
caminando contigo. Sin saberlo
siempre caí en las redes de las
mentiras.
Me aleje sin merecer tus cuidados
apartándome de aquel buen consejo
cegado por las podridas manzanas
que aparecieron a ras del camino.
He querido retomar esta vía,
aquella por la que siempre soñaste
que recorriera con santa paciencia.
Retroceder el tiempo pediría
para entender nuevamente mí parte,
pero el destino arreó y jugó su carta.
LA MUERTE DEL PROFETA
Hubieron signos que pudiste ver,
marcadas señales que no captaste;
maldices el momento de no creer
pensando que por tu culpa perdiste.
Ahora sufre en el mar del dolor
apretando los dientes sin esmero.
La tonalidad ya perdió color
pues su paleta torno claroscuro.
Se escuchan las campanadas de muerte
del profeta que no pudo nacer,
aunque luche por seguir adelante.
La promesa del buen predicador,
repetirá la historia que vive
en el gran discípulo del creador.
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