La poesía es libertad
absoluta
El escritor portugués Nuno Júdice (1949), de visita en
México para recibir el Premio Juan Crisóstomo Doria a las Humanidades, asegura
que existe un paralelismo entre la palabra poética y la palabra sagrada
Foto: Ollin Eyecatl Buendía
Para el bardo luso Nuno
Júdice (Mexilhoeira Grande, 1949) el poema es una iluminación que atesora la
palabra sagrada, una revelación que pertenece a un mundo interior y oculto. Así
lo dijo ayer a Excélsior, tras
recibir el Premio Juan Crisóstomo Doria a las Humanidades, durante el arranque
de la edición 30 de la Feria Universitaria del Libro (FUL), que abrió ayer al
mediodía y que concluirá el próximo 3 de septiembre, en la Universidad Autónoma
del Estado de Hidalgo (UAEH).
“El poeta francés Arthur Rimbaud afirmaba que el poema puede ser
una especie de iluminación y en ello existe algo sagrado; es la revelación que
pertenece a un mundo interior y oculto que nos conecta con una dimensión que no
imaginábamos hasta ese momento”, expresó Júdice, considerado uno de los nardos
canónicos en lengua portuguesa y quien también ha recibido reconocimientos como
el de Poesía Pablo Neruda (1975) y el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (2013).
Por esa razón, cuando él escribe un verso no repara en el
procedimiento ni en los resultados de esa alquimia de palabras. “Cuando escribo
el poema no sé muy bien lo que estoy haciendo, pero cuando leo el resultado me
quedo sorprendido, porque no sé de dónde ha venido eso. ¡No viene de mí! Y
entonces descubrí que existe un paralelismo entre la palabra poética y la
palabra sagrada”.
¿Encuentra alguna utilidad en promover ferias del
libro? Considero que las ferias del libro son importantes, porque
premiten el acceso al público que normalmente no frecuenta las librerías, que
tiene dificultades en acceder a las publicaciones. Es un espacio en el que las
pequeñas editoriales o publicaciones universitarias pueden ser distribuidas de
una forma amplia.
En el caso de la industria
librera, creo que sí es una fatalidad lo que ha sucedido en las últimas
décadas, cuando las casas editoriales han tenido que recurrir a títulos de gran
suceso (best
sellers) para sobrevivir. Esto ha provocado que, a partir de un
cierto momento, esos grandes imperios necesiten continuamente este tipo de
publicaciones que tienen una duración de un mes o un año.
¿Este factor afecta la calidad de los libros publicados? Yo no me preocupo
demasiado. Lo importante es que el libro siga siendo parte de nuestra vida
cotidiana; a veces no es necesario que todos los libros publicados sean las
grandes piezas de la literatura, pero son libros que de un modo u otro soportan
su permanencia.
¿Por qué considera al poeta un guía que ilumina la oscuridad de un
mundo inaccesible? Sigo creyendo lo mismo. Sobre todo cuando nuestras sociedades
están cada vez más dominadas por un vocabulario muy reducido, ese vocabulario
de la televisión, de la publicidad y del internet. Considero que la poesía —la
buena literatura— es el único sitio en que es posible transmitir esa riqueza,
esa multiplicidad de vocabularios y de sentidos que son permitidos en la
creación .
¿Es un mundo reducido y privilegiado? No lo creo. Muchos de mis
alumnos me han dicho que es muy difícil entender un poema. Entonces les
recuerdo lo que decía Rimbaud cuando alguien le expresaba que no entendía su
poesía. “¡Excelente!, eso es lo que pretendo”. Porque en la poesía persiste eso
que llamamos lenguaje, que pertenece al mundo sagrado.
Es como cuando las personas escuchaban las misas en latín y no
entendían nada, pero sentían, de forma inconsciente, que ese instante era
sagrado y que un dios hablaba con nosotros... y de alguna manera la poesía es
la continuación de ese tipo de comunicación.
INFIERNO Y MALICIA
Autor de novelas, ensayos
y poemarios como Noción de poema, Tú,
a quien llamo amor, Cartografía de emociones, Devastación
de sílabas, Navegación sin rumbo, El
orden de las cosas y El fruto de la gramática,
Júdice ya forma parte del canon de las letras portuguesas y es señalado como
uno de los autores vivos más destacados del mundo iberoamericano.
“Mi libro más reciente se
titula El
mito de Europa, donde cierro con un poema sobre lo que
recientemente ha ocurrido en él Mediterráneo, para luego regresar al mito
clásico, en una mezcla entre el pasado y el presente. Pero incluye otros poemas
que están conectados con mis temas más recurrentes, como la memoria, mi
infancia, pero también el amor, el erotismo y mi relación con la pintura y la
fotografía”, apuntó.
¿Cuál es la obligación o la función del poeta? La palabra obligación me
pone en problemas. Creo que la poesía es la libertad absoluta, no por imposición
sino por vocación o algo parecido. Yo trabajo para llegar al poema a través de
la experiencia de la escritura. Sin embargo, al hablar de la importancia social
de la poesía, puedo decir que fue algo importante en Portugal, durante la
dictadura, cuando la poesía se convirtió en una forma de expresar revueltas o
ese deseo de libertad.
Puedo decir que mi generación de principios de los años 60 y 70 la
poesía nos permitió luchar contra la imposición política. Desde entonces sentí
que el poema podía transmitir la idea de libertad, sin que se trate de textos
políticos.
¿Esa postura pertenece al pasado? No del todo. Recientemente
Portugal vivió una década muy difícil, debido a las presiones de Europa,
particularmente de Alemania (la crisis del euro). Mucha gente entró en una
etapa complicada, donde perdieron dinero y empleo. Sin embargo, encontraron en
la poesía esa malicia para enfrentar los problemas cotidianos.
¿Cómo nació su famoso poema Receta para hacer el azul? Digamos que el color azul
es parte de nuestra realidad cotidiana (en Portugal). Ahí está el mar y el
cielo, dos elementos que quizá hacen que no seamos un pueblo trágico, como
otros, pues siempre tenemos la posibilidad de encontrar formas de evitar el
último límite de esa tragedia. Digamos que la naturaleza es una parte
importante de nosotros.
En ese poema, Júdice dice lo siguiente: “Si quieres hacer
azul, / agarra un trozo de cielo y mételo en una olla grande, / que puedas
llevar al fuego del horizonte; / después mezcla el azul con sobras de rojo/de
la madrugada, hasta que se deshaga;/vacía todo en un bacín bien limpio,/para
que no quede nada de las impurezas de la tarde (...)
¿Por qué le interesa crear túneles que el lector atraviese y lo
cambien? Digamos que esa idea de túnel está ligada a mi relación con el
infierno de Dante, a quien leí muy joven, con esa imagen del poeta que llega al
final de los círculos y ve el cielo... Considero que es un poco el camino de la
poesía: pasar por todo lo terrible y lo malo, atravesar la noche y alcanzar la
primera luz.
¿Encuentra algún tipo de narrativa adyacente dentro del
poema? Muchos de mis poemas son pequeñas narraciones que parten de
situaciones y de hechos cotidianos. La diferencia estriba en que una narrativa
tiene que desarrollar espacios, tiempos y personajes, mientras que el poema va
a sintetizar y concentrar en versos todo lo vivido. Pero al final, tanto
la poesía como la narrativa parten de la memoria y de las cosas vividas,
concretas, aunque siempre siguen caminos muy diferentes.
La edición 30 de la FUL continuará hoy con el encuentro de
literatura israelí, en el que participará Shimon Adaf, así como el Encuentro
Internacional de Narradores Orales y la presentación del libro Los rostros de Octavio Paz,
de Braulio Peralta.
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