PREMIO EUROSTARS HOTELS.
Noelia Márquez Macías con su obra "Las Siete en Punto" es la ganadora del IX Concurso de Relatos Breves EUROSTARS HOTELS.
Las siete en punto
Cuando el lunes sonó la alarma, me dio la impresión de que me acababa de quedar dormida. Había pasado una noche horrible, sin poder parar de dar vueltas en la cama y, cuando finalmente concilié el sueño, quedaban apenas un par de horas para el amanecer. Intenté no remolonear más de la cuenta, y me arreglé todo lo rápido que pude, para poder llegar a tiempo al trabajo. Poco más de media hora después, estaba atravesando las puertas giratorias del hotel donde Lucía me esperaba sentada en la recepción, agotada después del turno de noche. Compartimos una breve conversación antes de despedirnos con un abrazo. A pesar de que no me había podido sentar a desayunar y que me moría por una buena taza de café, este tuvo que demorarse hasta más tarde de las diez. En aquella época del año teníamos todas las habitaciones completas y muchas reservas, estaban pendientes de que los inquilinos de aquel momento, dejaran huecos libres. Cerca de las doce de la mañana, oí a mis compañeras susurrar nerviosas y pocos segundos después entendí el porqué del alboroto. Marina García entró por la puerta del hotel como si de su casa se tratara y, en seguida, se acercó a mí con esa sonrisa algo forzada, que dejaba al descubierto su nueva dentadura.
_Buenos días, querida, ¿está mi habitación lista? – preguntó después de saludarme con dos sonoros besos.
Marina era una mujer de mediana edad, muy conocida entre los empleados del hotel por las generosas propinas que dejaba a todo el personal. Muchas veces reservaba la suite principal para pasar sus vacaciones, donde se alojaba siempre con su marido. En aquel momento ya me extrañó que el hombre no estuviera allí pero, respetando la intimidad de mi clienta, le di la llave de acceso a su habitación, la misma de siempre, y no dije nada al respecto.
_Todo está listo- respondí mientras le sonreía-. Esperamos que la estancia esté de su gusto.
Marina me devolvió el saludo y agarrando su pequeña maleta se metió en el ascensor bajo la atenta mirada de todos los huéspedes.
El resto de la mañana pasó sin mayor novedad y cuando me di cuenta ya pasaban de las tres de la tarde. Justo cuando estaba a punto de salir a comer, recibí la llamada de Marina al servicio de habitaciones y como mis otros dos compañeros estaban ocupados decidí tomar el recado yo misma.
_Buenas tardes, Marina, ¿qué puedo hacer por usted? - pregunté al descolgar el teléfono.
_Sé que lo que te voy a pedir es algo fuera de lo convencional, pero me gustaría que llamases a mi marido y le pidieras que subiera a mi habitación a las siete de la tarde. ¿Sería posible?
Me sentí un poco confundida por la petición, pero acepté encantada, ya que sabía de buena mano que mi pequeña intervención sería recompensada y estaba intentando ahorrar un poco para poder irme de viaje con mi novio.
_Muchas gracias. En cuanto veas que entra en el ascensor súbenos dos copas de vino. Necesito que esto salga perfecto, ¿podrías encargarte tú personalmente?
_Por supuesto. Si no necesita nada más voy a realizar la llamada y en seguida la aviso de lo que sea.
_Muchas gracias- respondió antes de colgar el teléfono.
Una vez finalizada la llamada marqué el número de teléfono de Don Francisco. No sonaron más de tres tonos antes de que respondiera.
_ ¿Dígame?
_Buenas tardes don Francisco. Le llamo del Hotel Eurostars Ciudad de la Coruña. Su mujer, Marina, me ha pedido que le pida que se presente en su habitación a las siete de la tarde.
_Gracias por el aviso- respondió y me colgó el teléfono sin que tuviera tiempo a decir nada más. Parecía que ya estaba esperando esa llamada.
Me despedí de mis compañeros y me fui a comer. Cuando volví, la tarde se me pasó volando, ya que apenas teníamos tiempos muertos debido a la gran afluencia de turistas. Cerca de las siete de la tarde vi a Don Francisco atravesar las puertas del hotel. Se le veía mucho más viejo que la última vez y un sentimiento de pena me cruzó el rostro por la enfermedad que posiblemente sufría. Se quedó quieto, en frente del ascensor durante diez minutos sin decir nada, ni hablar con nadie. En cuanto la aguja del reloj que llevaba en su muñeca marcó las siete en punto, entró en el ascensor y desapareció de nuestra vista. En ese momento me apresuré a ir hasta la bodega, llenar dos copas de vino blanco y ponerlas en una bandeja. Al volver, anduve con mucho cuidado ya que no quería derramar las bebidas. El viaje en ascensor se me hizo mucho más lento que de costumbre. Cuando finalmente llegué a la planta, esta estaba sumida en un profundo silencio en el que solamente se escuchaba el ruido de mis tacones. Al final del pasillo, estaba la habitación setecientos diez y cuando golpeé con mis nudillos en la puerta, esta se abrió sin ninguna resistencia. En cuanto asomé la cabeza por la puerta, la bandeja me resbaló de las manos y las dos copas se precipitaron al suelo rompiendo en mil pedazos, como mi alma. Dentro, en el suelo, yacían los cuerpos sin vida de Marina y Francisco, ambos tumbados sobre un charco de sangre.
Levanté la vista y miré a los ojos al policía que me interrogaba.
_Eso fue lo que pasó- dije en un susurro, con la voz quebrada.
El hombre me miraba con gesto taciturno y se pasó las manos por la cara antes de hablar.
_Entonces, ¿por qué no hemos encontrado en el registro la supuesta llamada?
_Tengo a mis compañeros de testigos…
_Nadie la vio realizando esa llamada- me interrumpió.
_Yo no he matado a nadie.
_ ¿Y qué hacías con el arma homicida en el bolso? -preguntó y sin esperar respuesta me arrestaron.
LOS CAZADORES DE CONCURSOS LITERARIOS IV (DICIEMBRE 2019) Publicado el concurso, el domingo 10 de noviembre del 2019 en
el Blog.
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