«Las hermanas Brontë supieron más del amor que lo que nos
han contado»
Vivieron en plena época victoriana, y pesar de ello supieron
zafarse del oscuro destino de esposas o institutrices que les habría tocado en
suerte. Las hermanas Brontë tenían un talento prodigioso para la literatura,
circunstancia que les permitió sortear muchas de las restricciones que tuvieron
que sufrir sus contemporáneas. Charlotte, Emily y Anne Brontë alumbraron lo que
hoy se consideran grandes obras maestras de la literatura cuando el mundo de
las letras era entonces un terrero acotado para y por los hombres. Criadas bajo
la tutela de de un vicario con fama de estricto, este trío de mujeres recrearon
la pasión amorosa con sumo acierto, pese al puritanismo de la primera mitad del
XIX. «Creo que supieron mucho más del amor y del deseo que lo que nos han
contado», dice Ángeles Caso, quien en su última novela, "Todo ese
fuego" (Planeta), recrea la vida de las tres escritoras.
Caso lamenta que los hombres no lean a las
hermanas Brontë ni en general a muchas escritoras. «No hace mucho tiempo
Antonio Muñoz Molina confesó en un artículos que había tenido que cumplir los
50 años para decidirse a leer a Virginia Woolf y descubrir su grandeza. Tengo
amigos que me han reconocido que no leen a mujeres», dice con pesar la
narradora.
Si las niñas devoraron los libros de la
biblioteca familiar fue gracias a su padre, quien no obstante sus ideas
conservadoras alentó en sus hijas la afición por la lectura y cuidó su
educación. Sobre la figura de Patrick Brontë se ha ido urdiendo toda una
«leyenda negra», auspiciada sobre todo por Elizabeth Gaskell, la primera
biógrafa de Charlotte, quien pinta al clérigo anglicano como un misántropo
incorregible. «Gaskell le conoció ya muy mayor, cuando todas sus hijas habían
muerto, y crea esa imagen de hombre tiránico. Pero no parece que fuera así.
Probablemente no era el mejor momento de su vida».
Por aquellos años, si una mujer no nacía en
cuna noble o rica no tenía otra opción que buscar un matrimonio ventajoso o
ejercer de institutriz o preceptora. Con una sólida formación intelectual, las
Brontë se inclinaron por la segunda opción, pero acabaron desencantadas y
humilladas por el trato que se les dispensaba. A la vista de que los honorarios
de su padre eran parcos, decidieron dedicarse a la escritura para ganar dinero,
primero con un pseudónimo masculino y luego a cara descubierta. Fruto de esa
elección nacieron cimas literarias como "Jane Eyre", de Charlotte;
"Cumbres borrascosas", de Emily, y La inquilina de Wildfell
Hall", de Anne. "Jane Eyre" fue todo un éxito casi de inmediato,
pero "Cumbres borrascosas" recibió críticas furibundas de mentes
biempensantes a las que se les atragantaron las pasiones desbocadas y la
violencia que poblaban el relato. Fue así como Emily Brontë, desanimada por el
escándalo, decidió abandonar la escritura.
El caso de Branwell, el hermano en el que
padre cifró todas sus expectativas para convertirse en un gran escritor, es
paradójico, pues acabó sumido en el alcohol y el consumo de opio. «Branwell me
parece un tipo conocido. He visto a gente así, muy brillante, que acabó hundida
en la droga o el alcohol, desperdiciando por completo su vida».
En una visita hace tres años a Haworth, el
pequeño pueblo al norte de Inglaterra que aloja el museo de las hermanas
Brontë, Ángeles Caso decidió escribir sobre ellas. «Soy muy mitómana y estando
allí me percaté de que su obra había sido un verdadero milagro. Fueron geniales
teniéndolo todo en contra: el hecho de ser mujeres, el aislamiento físico, la
timidez. Me vi en la necesidad de escribir sobre ellas».
En su faceta política -se presentó a las
elecciones en las listas de Podemos- la escritora subraya que no aspira a ser
diputada y tacha de especulaciones las noticias que así lo apuntan. «Siempre he
estado en la izquierda y con los años me he ido radicalizando porque vivimos un
momento de emergencia».
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