La medievalista Victoria Cirlot publica
«Grial. Poética y mito», compendio de una vida de estudios y tres años de
investigación
ABC
Puede parecer extraño, pero un mito tan antiguo como el Grial tiene algo muy concreto y actual
que enseñarnos a nosotros, que nada tenemos de caballeros de la Mesa Redonda; o a nuestro mundo, poco
inclinado a la nobleza y lleno de encrucijadas y violencia fanática. El Grial es una imagen muy potente, que imantó la mentalidad
occidental desde la Edad Media. Es una copa, asociada a un misterio, a una
búsqueda imposible, un objeto salvífico si contuvo la sangre de Cristo, al que
acompaña una lanza ensangrentada -la que blandió Longinos-. Desde su origen, es
un objeto maravilloso y casi indescifrable cuya búsqueda fue el tormento y el
éxtasis de los hombres del Rey Arturo. Pero es un mito singular, por tanto: mucho
menos ancestral que aquellos -bien estudiados- que manan del paleolítico, de
los dioses antiguos o la edad de los metales.
El
estudio remite no solo a los textos originales que formularon el mito, sino a
las imágenes asociadas en origen a los manuscritos
Paradójicamente,
hablamos de un mito literario, nacido en una novela, creado, por tanto, por un
escritor como fue Chrétien de Troyes. Y por algún motivo esa
imagen hizo diana en el centro del alma de nuestra civilización y ha sido
reformulado una y otra vez desde entonces hasta Wagner y su versión moderna del «Parsifal». Ahora, el lector español tiene la oportunidad
de bucear en ese territorio mítico y literario de la mano de una de las grandes
especialistas, la medievalista Victoria Cirlot, que acaba de publicar «Grial. Poética y mito» (Siruela),
el compendio de una vida de estudios y de tres años de investigación específica
sobre el objeto mí(s)tico del Grial. Un trabajo que, como la copa, rebosa y
aporta respuestas al gran misterio.
«Mucho se ha hablado de la intolerancia del mundo medieval, de
la barbarie medieval, de la violencia de aquel mundo -relata Victoria Cirlot,
hija del gran poeta Juan Eduardo Cirlot-. Pues el mito del Grial
es todo lo contrario. Es propiamente medieval y está hablándonos acerca del
amor y de cómo hay que rechazar la violencia. Está incluso propugnando el
acercamiento al otro, al ajeno, porque en la versión posterior, la de Wolfram von Eschenbach, el islam
está muy presente, hay una gran fascinación por el mundo árabe. Es decir quehay
una gran integración del mundo árabe en el mito del Grial.Incluso Parsifal
lucha contra su hermanastro Feirefiz, que es árabe».
La
caída de Jerusalén
En el mundo actual, en el que el cine posee gran influencia cultural, todos tenemos muy frescas las
imágenes del filme de Ridley Scott«El reino de los cielos», sobre las Cruzadas,
en el que aparece el Rey leproso Balduino y la defensa final de la ciudad de Jerusalén frente a los
ejércitos de Saladino en 1187. Según demuestra el libro
de Victoria Cirlot con datos fehacientes, es ese hecho histórico, su inminencia
e inexorabilidad, el corazón que late dentro de este mito.
Jerusalén es el nombre que evoca mucho más que una ciudad, es casi el estado de ánimo de toda la Cristiandad durante la
Edad Media, y también el centro de las ambiciones del mundo musulmán. Es otra
coincidencia contemporánea, puesto que la ciudad permanece (casi mil años
después), en el centro de una tormenta política, cultural y espiritual.
Perceval,
que estaba predestinado, le marca su silencio ante la copa: no pregunta a quién
sirve y ahí nace el misterio que encierra
«Li contes del Graal» es el
libro que De Troyes dedica al conde Felipe de Flandes, después de haber escrito
para otros nobles, sobre todoMaría de Bretaña, la hija de Leonor de Aquitania. Aquel conde de Flandes
(sería el «conte» del Grial) fue llamado a Jerusalén por Balduino, el rey
leproso que depositaba en el matrimonio de su hermana Sibila el futuro de la
ciudad cristiana. Primero la casó conGuillermo de Monferrato, llamado
Espada Larga, pero el caballero murió por enfermedad repentina en 1177, antes
de ver nacer a su hijo, el futuro Balduino
V. En el momento de su muerte llega a Tierra SantaFelipe de Flandes,
un noble muy esperado, que sabía que le iban a ofrecer a Sibila y el reino de
Jerusalén.
Prestigio y parentesco
hacían del conde un candidato ideal, pero Felipe renuncia, sorprendiendo a
todos pero respondiendo a una idea que Troyes trasladará al relato del Grial.
Cirlot muestra cómo el noble debía tener tomada su decisión cuando partió hacia
la ciudad (de hecho la había consultado con la monja mística Hildegard von
Bingen).
El
Rey Tullido y el cortejo
Así entra en el cuento del Grial el Rey Tullido, o también
llamado elRey Pescador, puesto que Perceval se lo encuentra junto al
río. La lepra del Rey Balduino se convierte aquí en una herida entre los muslos
que incide en la fertilidad de las tierras que rodean el castillo: la Terre
Gaste, o la Gaste floresta es, entrado el siglo XX, la tierra baldía o «The
Waste land» de Eliot.
En el castillo del Rey Tullido es donde aparece el cortejo del
Grial, encabezado por un doncel con la lanza
ensangrentada y una doncella con el Grial luminiscente. Pero Perceval, que lo contempla pasar absorto varias veces,
no se atreve a preguntar a quién sirven con el Grial. Y es esa renuncia a
conocer el destino de la copa, el manantial del mito literario que en los
siguientes cincuenta años inunda el inconsciente colectivo europeo con
versiones y meandros diferentes: Eschenbach, Robert de Boron...
«He aprendido mucho con este libro -dice Cirlot-. Me parece de especial
significado en nuestro tiempo la interpretación de que el Grial es aquello que
debe despertar en nosotros el amor, el amor por el otro. Chrétien no lo dijo
nunca tan claro como Eschenbach, cuando define la pregunta que Perceval debería
haber hecho y no hace ante el cortejo: manifestar la preocupación o el dolor
por el dolor que tiene su tío que es un rey enfermo. El señor del Castillo del Grial es un rey enfermo. El joven
Perceval debería haberle preguntado por su enfermedad. La transformación desde y para el amor es la interpretación
fundamental».
Si a algo responden los libros del Grial es a las Cruzadas.
«Desde el siglo XII se dice en estas obras que es un horror absoluto, que no se
trataba de conquistar el Santo Sepulcro, que la búsqueda debía ser
espiritual», añade Cirlot. No en vano, de la pelea de los hermanos, Perceval y
Feirefiz, emerge uno de los temas principales asociados al mito: el de la
espada rota. «Esa espada es el emblema de lo que debe ser la búsqueda del
Grial, nos revela que la espada no sirve. Esa espada que aparece en las miniaturas de los manuscritos
conservados, tiene, además otro significado simbólico, porque impide que tenga
lugar un fratricidio».
Claves de un mito
La copa
La aparición del Grial en novela convierte un objeto corriente,
propio de la vajilla medieval, en un objeto mistérico y salvífico.
El cortejo
En el castillo aparecen la lanza de Longinos y la copa, una
maravilla que deja atónito al héroe, que se olvida de preguntar para quién es.
La espada rota
Perceval lucha contra su hermano árabe y quiebra su espada,
mostrando que la búsqueda es espiritual y las armas no sirven.
El Rey Tullido
El señor del castillo del Grial tiene una herida entre los
muslos que se ha contagiado a sus dominios, convertidos en un yermo. Es tío de
Perceval
La Mesa Redonda
El mito entra en Camelot porque los caballeros de la Mesa
Redonda artúrica se verán envueltos en la búsqueda del Grial para salvar el
reino
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