martes, 21 de marzo de 2017

MARGARITE DURAS: Despliegue de filosofía propia.

Por primera vez reunidas, se publican las entrevistas de su madurez.

Marguerite Duras, la escritura como aventura existencial

“El último de los oficios. Entrevistas 1962-1991” puede leerse como un autorretrato en movimiento, en que la escritora  revela aristas íntimas de su vida personal y literaria.     



Por su novela El amante, en la que narró la historia de amor entre una quinceañera y un joven vietnamita, ganó en 1984 el Premio Goncourt.

Multifacética, admirada y muchas veces resistida por sus contemporáneos, la escritora Marguerite Duras (Indochina 1904 – París 1996) fue una de las más celebradas autoras europeas del siglo XX y una artista que desplegó una filosofía propia a partir de la tensión entre el cine y la literatura, el teatro y el compromiso político.
Su propia historia de vida, signada por una infancia desdichada en Indochina -en novelas como Un dique contra el Pacífico y El amante, Premio Gouncourt, 1984, ficcionalizó parte de las vivencias de aquellos años, algunas traumáticas- la convirtieron en una mujer combativa, adorada por numerosos escritores, que se aventuró en una cruzada personal, literaria y artística, destinada a expandir, siempre un poco más allá, los límites del pensamiento crítico y la libertad individual.
Su estilo, distintivo -nunca del todo encasillado en el nouveau roman, de moda en los años 60, pero siempre cerca de los fenómenos del lenguaje-, y el desdén por los convencionalismos, se desprenden de una búsqueda de la propia identidad, que a su vez interroga al lector. “¿Qué es ser libre? –decía en 1988-. Es ser yo. No pueden hacer nada contra mí porque escribo.” Su pensamiento vivo -en permanente reelaboración- quedó reflejado en las decenas de entrevistas que concedió y en las que se refirió a la dimensión íntima de la escritura, además de a acontecimientos culturales o históricos que la conmovieron por alguna razón, dispararon su indignación o justificaron la ironía.
Esas conversaciones -originalmente publicadas en medios gráficos o emitidas por radio y tv- conforman un corpus invaluable, tanto para sus cultores como para quienes se propongan un primer acercamiento a sus obras.
Consciente del valor de esos documentos, muchos de ellos dispersos hasta ahora, la editora y crítica francesa Sophie Bogaert, encaró una investigación preciosista sobre las entrevistas que la escritora concedió en su madurez, y las reunió en un libro que ahora se publica en la Argentina.
Las circunstancias en que se gestaron las obras narrativas de Duras, su militancia política –su adhesión original al PC y posterior alineamiento con una izquierda crítica, nacida en Mayo del 68- y hasta sus manías y obsesiones más íntimas (hacía la cama antes de escribir), son algunas de las cuestiones recurrentes en estas más de cuarenta piezas que integran El último de los oficios. Entrevistas 1962-1991 (Paidós) y permiten al lector conocer la intimidad de su irrenunciable aventura creativa. Desde que conoció el abandono de una madre que la empujó a ejercer la prostitución, hasta la vejez, agitada por los fantasmas de la pérdida, la soledad y el alcohol (Duras pasó sus últimos años en París, en convivencia con Yann Andréa Steiner, un joven homosexual fanático de su obra).
Para el escritor Guillermo Saccomanno, que prologa el libro, sus arrebatos eran virulentos: “Contra el poder, contra la cultura, contra los medios, contra el conformismo burgués, contra todo. Sola contra todo. Siempre sola. Siempre en contra. La violencia, esa que viene del pasado, es constitutiva de sus oposiciones. Tal vez nunca estuvo tan íntegramente presente en un libro sobre ella como en éste.” Se podría agregar: “Contra Barthes”, porque nunca mencionaba autoras.
Consultado por Clarín, el escritor define: “Si una virtud tienen estos reportajes es la de presentar una escritora que supo volver coherentes vida y obra. Están sus desgarramientos existenciales, la distancia por momentos irónica que asume con los dramas atravesados, y están también sus búsquedas en la escritura, sus lecturas -desde Rimbaud a Faulkner -, y la forma en que las mismas influenciaron la evolución de un estilo que terminará consolidándose en una manera de narrar que articula el cut-up y el disparo poético, la descripción física mínima y el registro de la interioridad.” Duras, a su vez, es muchas Duras: “No es la misma la de los comienzos, que se corta en Un dique contra el Pacífico, y la que será más tarde a partir de la escritura de Hiroshima mon amour para Alain Resnais y El arrebato de Lol V. Stein. Al respecto es clave su encuentro con Lacan, quien le dedica un homenaje, y de paso le dice que no importa que ella no sepa demasiado acerca de lo que escribe, lo que importa es que escriba como escribe. Tampoco es la misma ya en su vejez cuando publica El amante, con su popularidad flamígera. También hay que subrayar su desprejuicio y versatilidad para encarar tanto el periodismo como el cine y el teatro. Lo que cuenta en consecuencia es su pasión por la escritura, una auténtica cuestión existencial profundizada en soledad. Hablar de ella es hablar de una literatura y de un modo de entenderla como práctica existencial.” En lo personal, Saccomanno rescata “su coraje al riesgo de quedar sola con posiciones críticas, afecten a quien afecten. Y en esto, imposible eludir su compromiso con un izquierdismo que no es encasillable. Su literatura, así como es inseparable de su vida, también lo es de la política. Sus actitudes serán siempre radicales y siempre estará en contra del Poder –signifique lo que signifique el Poder, allí donde se encuentre- así como contra los prejuicios, etiquetamientos y normas burguesas. Un ejemplo de su elección de la incomodidad como puesto de combate: su ironía al criticar a Barthes y la literatura feminista. Otro ejemplo de su lucidez: su cruce contra los mandarines de la intelligentzia: Sartre y Simone de Beauvoir. Duras, cuando habla de literatura, alude a Blanchot y a Bataille, no de la pareja emblemática del existencialismo. A lo largo de estos reportajes puede leerse una autobiografía intelectual que se planta como modelo.”

En primera persona: la expresión de un pensamiento original
“La soledad no se encuentra, se hace. Yo la hice. La literatura nunca me ha abandonado”.

“Creo que la literatura es escandalosa. Porque es rara y porque vuelve loca a la gente. ¿Ese escándalo carece de todo fundamento? ¿Acaso no soy escandalosa, por atreverme, por romperme y por volver a atreverme? Tengo la impresión de que escribo fuera, que escribo abiertamente, que escribo...de manera indecente.”

“Un escritor no es ni hombre ni mujer: es escritor.” “Escribir no es válido sin esto: es buscar morir...de escribir. Si no está eso no vale la pena hacerlo.”

“La escritura podría definirse como un fenómeno de lectura interior. Escribir es dejarse llevar por la escritura. Es saber y no saber lo que uno va a escribir. No creer que uno lo sabe. Es tener miedo.”
“La vida del escritor no existe. Lo escrito reemplaza todo. No fui a la vuelta al mundo, no fui a la India, no. Lo único ante lo cual retrocedí fueron las aventuras pasionales. Pero eso fue porque eran tan fuertes como los libros. Y porque se presentaban como una urgencia, siempre.” “En algunas de mis obras he sido violenta, pero me agrada serlo. Hay que serlo. La sociedad está mal hecha, de la A a la Z. Y en ciertas obras he puesto muchas cosas en tela de juicio, y sobre todo el ‘escribir bien’, cosa a la que ahora le tengo horror. Porque ya no significa nada escribir bien. Hace falta un estilo de prescindencia, que rompa las formas. Recuperar cierta ingenuidad, cierta estupidez. Y demoler.”

“No habría sido posible escribir lo que escribí portándome bien. (...) Cada libro me hizo más fuerte.”

Influencia
“La cualidad primera y última de Proust consiste en su vocación total, radical, del escritor por la literatura. (...). Él me enseñó el horror de los retóricos y que en literatura el eje único es la conciencia del autor y que sólo si se cumple esa condición el mundo creado gira. Que sin eso, no gira. Que si el escritor yuxtapone a su propia conciencia otra falsa, aprendida o dictada, su empresa no solo carece de armonía, sino que no da cuenta de casi nada.”

Infancia
“Yo estaba enamorada de un hombre rico, un chino muy, muy rico. Yo no podía enamorarme más que de un hombre rico porque éramos muy pobres, pobrísimos, y yo me enamoraba para toda la familia. Mi madre dijo ‘¡Qué estilo! ¡Vamos a casarla!’. Pero el padre del chino se opuso al matrimonio a causa de mi reputación. Ese fue el peligro más grande que corrí: que el padre del chino me hubiera aceptado. Yo estaba enamorada de su dinero.”
Alcoholismo
“Uno bebe porque Dios no existe.” Política “Lo más serio que le puedo decir es que ya no formo parte de ninguna agrupación y ahora soy infinitamente más política que antes. No me escondo bajo consignas triviales.”

Mujeres
“Yo creo que no haya nadie más libre que una mujer. Sí, las mujeres tienen la apariencia de pertenecer. Pero no es verdad. No están alienadas. (…) Siempre pensé que yo era una reina en mi familia. Él comía lo que yo preparaba para comer. Yo cocinaba lo que yo decidía comprar. Y un día decidí partir.”


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