Javier Sierra lleva al Planeta
al territorio del ‘thriller’ conspirativo
'El fuego invisible’, con el Grial como eje de la trama, gana
el galardón mejor dotado de las letras en español. Cristina López Barrio queda
finalista con ‘Niebla en Tánger’
Debía ser un nombre
potente para que, por un lado, no quedara sepultado por el ruido sociopolítico
generado por el traslado de Barcelona a Madrid de la sede editorial, y, por
otro, para que garantizara buenos números tras dos meses en que las ventas de
libros han caído en España un 25%. Y la maquinaria del premio Planeta dio con la fórmula al otorgar la 66ª edición del
galardón, con sus 601.000 euros de bolsa, al turolense Javier Sierra, sin duda el rey del thriller conspirativo
español, con El fuego invisible, con el mítico
Santo Grial como eje de la trama. No olvidándose del otro gran espectro de la
lectura en España (las mujeres la practican en un 66,5%, casi 10 puntos más que
los hombres), la finalista (que recibirá 150.250 euros) fue la madrileña
Cristina López Barrio con Niebla
en Tánger,donde la monótona vida de una joven muda deviene en una
trepidante intriga tras acostarse una noche con un misterioso desconocido.
Dominador de los
códigos del género como solo pueden hacer clásicos como Dan Brown, Sierra
(Teruel, 1971) se ha labrado con poco más de media docena de títulos un
notabilísimo lugar bajo el sol del thriller de enigmas con sustrato histórico, hasta el extremo de
que le han llevado a ser el único escritor español hasta la fecha que ha
entrado en la lista de los libros más vendidos en EE UU. Fue en 2006, en sexta
posición, con la versión inglesa de La cena secreta (2004), título que, junto a El ángel perdido (2011), conforman las dos grandes tarjetas de
presentación del escritor.
Sierra, al contar la
trama de su ya octava novela, le dio un poco de emoción a la
multitudinaria gala literaria (unos 950
invitados) del premio mejor dotado de las letras españolas, alejada del
crispado clima sociopolítico que vive Cataluña por el proceso secesionista y
por la decisión, ejecutada el jueves, del
Grupo Planeta de trasladar su sede social y fiscal a Madrid. Las declaraciones del presidente del séptimo
conglomerado editorial del mundo, Josep Creuheras, en la tradicional rueda de
prensa previa del día anterior al fallo y la presencia como máximas autoridades
políticas de perfiles poco significados —a presidenta del Congreso, Ana Pastor,
y, por parte de la Generalitat, de los consejeros de Empresa y Conocimiento y
de Cultura, Santi Vila (amigo personal de Pastor de cuando negociaban las
infraestructuras) y Lluís Puig, respectivamente—, desactivaron las expectativas
de los más de 250 periodistas presentes y facilitó que se rebajara notablemente
la tensión.
Como mandan los cánones, es un joven profesor e investigador
universitario el protagonista de El
fuego invisible.Afincado en Dublín, pasa unos días en Madrid. Será aquí donde
se verá envuelto en peligrosas pesquisas que le llevarán a seguir el rastro del
mítico Santo Grial. “El fuego invisible es la fuerza de la palabra”, resumió
Sierra, que aseguró que la novela “gira en torno a una palabra inventada en el
siglo XII: Grial. Y de la pregunta de dónde vienen las ideas”.
Un ritmo narrativo trepidante y una tremenda erudición sobre
el tema (el autor suele haber estado in
situ en los lugares donde transcurren sus tramas) marcan una
novela que en realidad engarza con el sello Sierra, bien definido ya en 1998,
cuando debutó con La
dama de azul donde, utilizando la figura de la monja del siglo XVII
María Jesús de Ágreda, detenida por la Inquisición, juega con sus famosas
bilocaciones para urdir una trama con espías psíquicos de la CIA y expertos del
Vaticano. El éxito que se intuía en Las
puertas templarias (desde su aparición, en 2000, ha estado
ininterrumpidamente en librerías) se ratificó con La
cena secreta, que construyó a partir de unos supuestos mensajes
crípticos en el lienzo de La
última cena de Da Vinci y que le lanzó mundialmente a la fama,
publicándose en 42 países y vendiendo más de tres millones de ejemplares.
En 2011, con El ángel perdido (11 meses, 55 ciudades y siete países para la promoción de la historia de una restauradora de la catedral de Santiago de Compostela que se ve atrapada por una trama internacional a partir de dos antiguas piedras con poderes sobrenaturales) no hizo más que crecer la fama de quien empezó su trayectoria como periodista y con especial debilidad por los enigmas del pasado. Ello le llevó a dirigir la gran revista española sobre el tema, Más allá de la ciencia, con solo 27 años y a colaborar asiduamente en el espacio televisivo de Iker Jiménez Cuarto milenio. Llegó incluso a tener espacio propio, Arca secreta, en Antena 3 TV. Esa afición se tradujo también en algunos libros de ensayo, como Roswell: secreto de Estado (en realidad, su primer título, de 1995, donde defendió con polémica la ocultación por EE UU de unas pruebas con supuestos extraterrestres). El maestro del Prado (2013), sobre un hombre que desvela misterios en los cuadros de la pinacoteca madrileña, y La pirámide inmortal (obra basada en una anterior suya sobre la estancia de Napoleón en el interior de Keops) completan la bibliografía de ficción de quien ha sido calificado como el Dan Brown español, pero mejor documentado.
En las antípodas de esa trayectoria se coloca la finalista,
la abogada y escritora Cristina López Barrio (Madrid, 1970) que, si bien debutó
en la literatura juvenil, ha encontrado un equilibrio entre el ritmo trepidante
investigaciones con el retrato psicológico femenino. Lo hizo ya en su debut en
la narrativa adulta con La
casa de los amores imposibles (2010, traducido a 15 idiomas) sobre una saga de
mujeres condenadas a sufrir de amor, siguió el hilo en El
cielo en un infierno cabe(2013) y Tierra
de brumas (2015) y lo repite en la obra finalista Niebla
en Tánger,donde una joven de vida anodina, tras acostarse con un
hombre, se ve envuelta en una misteriosa trama. La única pista de su amante se
la da la novela que se dejó en la mesilla de noche, que irá coincidiendo con la
vida real de aquel. “Es algo muy cercano a mi historia, un viaje emocional de
una mujer en crisis que se busca a sí misma”.
PESCAR EN CASA PARA GARANTIZARSE GRANDES VENTAS
Que Javier Sierra haya obtenido el 66º premio
Planeta ratifica la estrategia que en la última década han puesto en práctica
los arquitectos del galardón, consistente en rebuscar entre los extensos
catálogos de los no menos infinitos sellos del grupo (cerca de un centenar)
aquellos autores (hay donde hacerlo: el grupo publica a unos 15.000) que
sobresalen por su notable perfil comercial. Un poco lejos, al menos en los
últimos tiempos, queda cuando el primer premio era utilizado como anzuelo para
pescar codiciadas piezas de la competencia, como ocurrió, por ejemplo, en 1989,
con Queda la noche, de Soledad
Puértolas, entonces notable autora de Anagrama, si bien no abandonó del todo el
sello de Jorge Herralde. Curiosamente, esa estrategia sí se ha dado ahora con
la finalista: Cristina López Barrio había publicado hasta la fecha siempre en
Plaza & Janés, del conglomerado Penguin Random House Grupo Editorial, el
gran rival de Planeta para el liderazgo mundial en la edición en lengua
castellana.
La culminación de la política de pescar en
casa los grandes nombres en ventas en las librerías tuvo, quizá ahora junto a
Sierra, su otro gran momento culminante en la edición del año pasado, que recayó en Dolores Redondo, la celebrada
autora de la Trilogía de Baztán. Pero el rastro es claro en estas últimas convocatorias:
Alicia Giménez Bartlett (2015), Lorenzo Silva (2012), Eduardo Mendoza (2010)...
LOS CAZADORES DE CONCURSOS LITERARIOS XVI (JUNIO 2017) Publicado el concurso, el lunes 1 de mayo del 2017 en el Blog.
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