sábado, 6 de noviembre de 2021

GANADOR DEL XVIII PREMIO POÉTICO INTERNACIONAL "JAIME GIL DE BIEDMA Y ALBA"

 Antonio Manilla: “‘Día Grande’ no busca la impresión del verso hermoso por sí mismo”

Antonio Manilla, autor del poema, recogerá el XVIII Premio Internacional de Poesía Jaime Gil de Biedma 


El poeta leonés Antonio Manilla, seudónimo de Antonio Félix López (1967), recibió los honores del galardón del Premio Internacional de Poesía ‘Jaime Gil de Biedma’ durante un acto que se celebrará al aire libre en el antiguo frontón de pelota de la zona deportiva. Es un espacio diferente al habitual, al igual que la fecha de entrega, aplazada por la pandemia del Covid, donde el galardonado recibirá los 2.000 euros con los que está dotado el premio y dará lectura al poema ganador ‘Día Grande’, presentado bajo el lema ‘Despoblación’. A juicio de los poetas componentes del jurado, David Ferrer y Fernando Romera, es un poema “muy bien construido, muy coloquial, en parte irónico, que trata de la vida cotidiana de un pueblo cualquiera y es una reflexión sobre esas costumbres cotidianas y ese ambiente de personaje típico del medio rural en el cual nos vemos todos reflejados” y también “es el poema de un buen poeta por lo bien que está hecho, en un tono muy contenido con un carácter narrativo sin desprenderse del ritmo poético”.

— Han pasado ya siete meses desde que le sonrió el fallo del XXIII Premio Internacional de poesía ‘Jaime Gil de Biedma y Alba’, que convoca el Ayuntamiento de Nava de la Asunción. ¿Qué representa este galardón poético en su haber literario?

— Como todos los premios es un honor recibirlo y en este caso más puesto que yo soy un admirador de la poesía de Jaime Gil de Biedma y de hecho el poema ‘Día Grande’ es un homenaje implícito a Gil de Biedma y Claudio Rodríguez.

— Con el poema ‘Día Grande’, seleccionado entre las 522 obras presentadas a nivel nacional e internacional, la despoblación de los pueblos rurales está presente con cierta nostalgia del tiempo pasado. Es la reflexión de esa España que poco a poco se va vaciando.

— Es un poema un tanto prosaico y difícil de mantener el tono; yo más bien diría que es un poema de línea clara, donde todo lo que se dice no busca la impresión del verso hermoso por sí mismo, sino que busca que sea un conjunto legible y entendible, del que hay detrás mucho trabajo de esa claridad que, como decía Antonio Machado, era lo más difícil de conseguir: que la claridad fuera poesía. El poema es un discurso sobre el tonto que solía haber en cada pueblo, que no era tal, sino menos listo, porque tenía otro tipo de valores y otra inteligencia emocional; pero realmente tiene un trabajo detrás de composición importante, puesto que transcurre durante todo un día. Hay un apartado que es temporal, de lo que hace esta persona y lo que supone para él una vida desaparecida, porque el poema realmente es sobre la España vacía.

La gente que vivía en esos pueblos estaba unida a la vida y su existencia se unía al espacio de una forma íntima. Es una pérdida no sólo de gente sino también de cultura, de tradiciones, de formas de afrontar la vida, de hecho esa fiesta grande de final de la cosecha que yo me invento ya no es así, ya no tiene los bolos… Bertini decía que hasta finales del siglo pasado los hombres tenían tres convicciones, que eran, donde nacían, donde trabajaban y donde morían, ninguna de esas tres hoy las podemos dar por seguras.

 Hay influencia en su obra de escritores como Antonio Machado, Delibes… que cantaron o narraron el ambiente rural, del paisaje castellano y la naturaleza.

— Sí, desde luego Antonio Machado sin ninguna duda. Ha habido algún estudio que me incluyó entre los poetas jóvenes y me ponía en la estela de la poesía machadiana hace ya un tiempo. Delibes desde luego también, yo como él soy pescador y en la revista ‘Epicuro’, que fue de las primeras en dedicarle un homenaje, escribí sobre sus libros de pesca, las truchas… Sí han ejercido en mí una influencia poetas como Antonio Machado, Claudio Rodríguez, Jaime Gil de Biedma y Miguel Delibes, como prosista.

— Su pase a la prosa lo hizo con la novela ‘Todos hablan’, que fue reconocida en 2020 por el XIII Premio de Novela Corta Encina de Plata. ¿Son ambos estilos literarios, poesía y prosa, una necesidad de expresar sentimientos, emociones, aventuras o son sencillamente un caudal de expresión literaria para usted?

— La verdad es que sólo he escrito esa novela, no es un género en el que me prodigue, y era una historia que tenía muy interiorizada hace tiempo y fue fácil escribirla ya que lo hice en un mes o mes y medio. Yo básicamente escribo poesía y una columna semanal en el Diario de León. Me considero poeta más que otra cosa, es el género en el que más cómodo me siento, aunque también en el relato corto o articulismo; siempre he estado atado al periodismo y me gusta porque te permite tratar diversidad de temas, aunque procuro que los temas sean literarios.

— Jaime Gil de Biedma decía que en su poesía sólo había dos cosas, el paso del tiempo y él. ¿Y en la suya?

— Podría afirmar eso mismo, los temas eternos en la poesía son muy pocos, cuatro o cinco y siempre en relación con quien los trata, con quien los escribe, con quien los afronta. Estoy muy de acuerdo con esa afirmación.

— ¿Qué elementos de expresión literaria utiliza en su poesía para acercar sentimientos y experiencias del entorno que le rodea y vive?

— Decía Pessoa que el poeta es un fingidor, que finge incluso el dolor que no siente. En el poema cabe de todo porque es literatura, pero siempre tiene algo de quien lo escribe. Creo que Pessoa, en cuanto a fingir, se refería a que tenía que haber cierta distancia entre quien escribe y quien siente, por eso decía también que cuando sentía no escribía. Es decir, hay que dejar reposar ese sentimiento o sensación que tienes, que se aquilate dentro de ti, que la vivas interiormente y luego la escribes, porque al fin y al cabo no es una cosa espontánea, pese a lo que ahora parece con los poetas nóveles de twitter que tienen el don de la poesía, pero no de la técnica porque la desconocen o la ignoran a propósito. Existe una diferencia entre el poeta que domina la artesanía, la técnica del verso, como Gil de Biedma que es el mayor exponente de la poesía técnica de este siglo, y el amateur que lo que siente va directamente al verso sin más, sin ningún otro tipo de filtro. Es la poesía de la inmediatez, entre lo que siente y quiere hacer sentir, como fenómeno comercial que ahora da colecciones a las editoriales.

— Entre las obras presentadas al Premio Gil de Biedma de Nava, hubo algunas relacionadas con el tema de la pandemia, con lo cual la poesía se mostraba como fuente de inspiración en situaciones convulsas.

— Pues no lo sé, en mi caso yo no he escrito nada de poesía sobre la pandemia. Es verdad que en muchos casos habrá ejercido una influencia de escribir sobre su realidad, de reflexionar sobre sí mismo, de contemplar, incluso de hablar con el paisaje, de pensar sobre la vida y la muerte. Los temas de poesía son tres o cuatro, los que decía Gil de Biedma: el yo, su relación con la vida, con la muerte, el paso del tiempo, el amor, y poco más. Quizás la gente se haya parado a pensar en esas cosas y más que escribir ha deparado en la lectura, de hecho se han vendido más libros que antes.


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