El Cortázar para
Rafael de Águila
Rafael
de Águila en sus palabras de agradecimiento. Foto: Abel Rojas
Para el escritor cubano Rafael de
Águila, por Viento del Neva, fue el Premio Iberoamericano de Cuento
Julio Cortázar, en su XVI edición, ganador entre 270 obras de 13 países.
El reconocimiento, que se entrega cada
agosto para honrar al autor de Rayuela en su aniversario (26
de agosto de 1914) fue entregado ayer en el centro cultural Dulce María Loynaz,
en presencia de Abel Prieto Jiménez, ministro de Cultura; Miguel Barnet,
Presidente de Honor del Premio y de la Uneac, y Juan Carlos Santana,
vicepresidente del Instituto Cubano del Libro.
El haber «logrado llevar a rango
literario un problema acaso superado en la actualidad, pero siempre vigente, y
la peculiar manera de asumir la intertextualidad como hilo conductor de un
discurso hilvanado con eficacia y alto nivel escritural» fue aval para el fallo
del jurado integrado por los autores Marilyn Bobes, Edel Morales y Jorge
Testero (Argentina), quienes otorgaron además cinco menciones y una primera
mención al relato Naufragante, del mexicano Nicolás H. García
Rentería.
De Águila expresó al público su pésame
por el fallecimiento del escritor octogenario, el chileno Poli Délano, uno de
los reconocidos en el presente certamen y en un aparte refirió que resulta
maravilloso que un oficio solitario como el del escritor se convierta, cuando
se corre esta suerte, en algo tan distinto a la soledad. También agradeció al
«Cronopio mayor» el hecho de haberse convertido en escritor cuando comenzó a
leerlo desde la adolescencia y comprendió que nunca podría ser poeta.
Testero se refirió a la calidad de las
obras leídas lo cual le proporcionó un gran disfrute al jurado y estimuló a los
jóvenes a seguir escribiendo literatura, una de las formas de defender el mundo
en las hostiles circunstancias del presente. También reveló su inevitable
evocación del Guerrillero Heroico Ernesto Che Guevara, al encontrarse en tierra
cubana.
Barnet repasó brevemente la historia del
premio, suscitado por la segunda esposa de Cortázar, la prestigiosa intelectual
lituana Ugné Karvelis, y auspiciado por el ICL, Casa de las Américas, y la
Uneac junto al Ministerio de Cultura de Argentina y la Fundación Alia, y
destacó la profunda admiración y cariño que le inspiró siempre la pareja cuya
visión planetaria los hizo ser amigos de Cuba, la que, apuntó, «tiene mucho que
agradecerle a Cortázar sobre el oficio del escritor».
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