GUSTAVO MARTÍN GARZO | ESCRITOR
“La literatura tiene que dar voz a los muertos”
El escritor publica ‘Donde no estás’, novela de
fantasmas ambientada en la Castilla rural
El escritor Gustavo Martín Garzo, en el parque Campo Grande, de Valladolid. / BERNARDO PÉREZ
Hay quien dice que de
una boda sale otra. Así también, hay novelas que surgen de anteriores. Eso ha
ocurrido con el escritor Gustavo Martín Garzo (Valladolid, 1948).
EnLa carta cerrada (2009), narró cómo una madre abandona a su
marido y a su hijo, al que deja un sobre con la explicación de su marcha. El
pequeño, por miedo a saber, no lo abre y cuando su madre, más adelante, se
arrepiente y vuelve, el niño le devuelve la carta intacta. "Me quedó
entonces la insatisfacción de que el lector no pudiera leer esa carta",
dice el autor, que ha querido sosegar esa sensación con Donde no estás (Destino), una novela en la que una
joven lee el cuaderno que le dejó su madre poco antes de morir y en el que le
confiesa sus secretos y los de la familia.
Todo eso ocurre en la
segunda parte del libro. En la primera, esa joven, Ana, ha vuelto a la casa del
pueblo, años sesenta, tras la muerte de su madre. Allí se reencuentra con la
poderosa figura de su abuela, la rica de la comarca, convertida en una mujer senil;
y con una casa llena de misterios que todos quieren ocultar. El fantasma de una
muchacha que se le aparece por las noches, junto al cuaderno dejado por su
madre, le ayudarán a conocer tanto misterio. "Es un relato de
fantasmas", explica Martín Garzo sentado en el filo del butacón rojo de su
casa vallisoletana. "He querido hablar de lo desconocidos que nos son los
seres cercanos, incluso los que amamos, porque todos callamos cosas que
representan lo más íntimo de nosotros", añade el premio Nacional de
Narrativa en 1994 por El lenguaje de las fuentes.
"El título de la
novela se refiere a lo que ocurre con los seres que se nos han muerto. A medida
que pasa el tiempo, uno se despide de muchas personas y cuando alguien se va es
como si se abriera un agujero, pero ese agujero es un espacio vivo. La pregunta
es qué pasa donde estuvo esa persona que ahora no está", apunta.
¿Qué sentido tiene
hoy un relato de fantasmas, de muertos que regresan para hacer revelaciones?
"Es más importante que nunca, porque nuestra cultura ha perdido la
memoria, pensamos que el mundo tal como lo conocemos ha crecido por generación
espontánea y que no ha habido generaciones previas que lo han construido. En
esta sociedad a los muertos no los queremos ver. Nos apartamos de ellos".
Para el novelista, una de las funciones de la literatura es "dar voz a los
que no la tienen, dar voz a los muertos. Es posible que ellos no tengan nada
que decirnos, pero los vivos los necesitamos".
Martín Garzo, colaborador de EL PAÍS desde hace 20 años,
donde ha escrito de cine —su gran pasión— libros, política, fútbol, de Renoir,
de Venecia… ha creado una historia protagonizada por mujeres. "El mundo de
la intimidad y de los afectos está marcado por lo femenino, sobre todo en
aquella época, porque cuidaban a los hijos, a los ancianos… eran las guardianas
de los secretos". Esa mención a las mujeres de la España rural de vida
miserable lleva al autor a la siguiente reflexión, fruto quizá de su pasado
como psicólogo: "Creo en la androginia. En todo hombre hay una muchacha
dormida que quiere despertar. Y en cada mujer hay un hombre. Algunos hombres
tienen amordazada a esa mujer, pero a veces aparece. Yo lo hago en la
literatura”.
Aunque en toda su obra Martín Garzo ha abundado en la
imaginación, "para ahondar en lo real y descubrir lo oculto", Donde
no estás muestra también hechos reales, la Guerra Civil. "Es que
lo da el lugar donde está ambientada”, Villalba de los Alcores, en la comarca
de Tierra de campos. "Hubo en esa zona una represión feroz, e
injustificada, porque en seguida se impuso el bando fascista. Los rebeldes
eliminaron con frialdad espeluznante a los que se habían significado por sus
ideas republicanas o socialistas. Grupos de falangistas dirigidos por el
Ejército, y eso está demostrado, pasaban por los pueblos para
exterminarlos". Lo sucedido en la guerra "es otro secreto en una
novela de secretos". "Incluso hoy hay quien considera un atentado a
la normalidad que haya ancianos que quieran recuperar los restos de sus
familiares para enterrarles dignamente. Es un disparate, una prueba de que
aquella fractura no se ha superado".
FUENTE: EL PAÍS
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