domingo, 12 de julio de 2015

PABLO PINEDA: 'Niños con capacidades especiales'

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«No sufres por ser Down, sino por las ataduras que te pone la gente»



   Pablo Pineda se lamenta de los "prejuicios que todavía existen en la sociedad" y reivindica, en su libro 'Niños con capacidades especiales', que este colectivo sí puede integrarse como uno más

·    El también actor se queja de que "el gran problema es que el Down siempre tiene que estar demostrando que sí puede hacerlo"


Pablo Pineda presenta su segundo libro.

     Alegre, feliz, vitalista y sentimental. Así es como se define Pablo Pineda (Málaga, 1974), conferenciante, actor ganador de la Concha de Plata del Festival de San Sebastián y primer europeo con síndrome de Down en lograr un título universitario. Estos días está de enhorabuena porque presenta su segundo libro, ‘Niños con capacidades especiales: Manual para padres’ (Hércules de Ediciones), con el que busca sensibilizar a la sociedad para conseguir una igualdad que a día de hoy queda un tanto lejana para este colectivo.

Conferenciante, escritor y actor, se convirtió en el primer europeo con síndrome de Down en obtener un título universitario

Sorprende su sensatez, su capacidad de razonamiento, su conocimiento exhaustivo de la actualidad y de la condición del ser humano. Pero, ¿por qué sorprende? Pues, tristemente, por los prejuicios que todavía existen en la sociedad sobre la discapacidad, a la que él le gusta llamar «capacidad especial». Precisamente son estos prejuicios prácticamente los únicos que le sacan de su estado habitual de felicidad. «No sufres por ser Down, sino por las ataduras que te pone la gente», explica.
Pablo tiene un sueño, que defiende por activa y por pasiva: lograr que «nosotros no seamos noticiables». Él solo pide ser uno más, hacer una vida como cualquier otro: trabajar, entrar a un bar o a una discoteca, pasear con una novia… sin que resulte extraño.
Para lograrlo, Pineda ve fundamental integrarse en el mercado laboral y para ello pide a las empresas que exijan tener gente con discapacidad. «Nosotros podemos aportar alegría, empatía, una sensibilidad distinta, esa transparencia y ausencia de maldad que la gente no tiene…», se atreve a decir.
La emoción de un premio
Carga sobre sus espaldas con el peso de saber que él ha abierto un camino y que detrás de él hay un colectivo de chicos con síndrome de Down para los que supone un ejemplo. Y no solo los chicos, sino también los padres, que se fijan en él para la educación que han de dar. «Eso me da mucha responsabilidad, porque sé que dependen un poco de mí. Es lo que me obliga a no decir que no a nada». Y ahí está, sin parar, de ciudad en ciudad y país en país dando conferencias a través de la Fundación Adecco, escribiendo libros, concediendo entrevistas e incluso protagonizando una película, ‘Yo también’, papel por el que le concedieron en 2009 en el Festival de San Sebastián la Concha de Plata. «Que te pongan en la terna de mejor actor con Ricardo Darín y Robert Duvall y ganes tú… ¡Guau, es lo más!», explica todavía con cierta emoción.
Y es que la clave de su éxito reside en no ponerse límites. Se lo enseñaron desde pequeñito sus padres, al confiar en él exactamente igual que en sus tres hermanos: le enseñaron a leer también a los 4 años, le matricularon en la misma escuela pública y le educaron para que desarrollara una gran autoestima y se creyera capaz de todo.
Ante la pregunta de si es plenamente autónomo, responde con total acierto: «Siempre fallamos en algo, siempre nos falta algo». Pero sostiene que, desde luego, cada vez es más independiente.
"Hijos a la carta"
Ha roto con muchas barreras, muchas de las que se consideraban inalcanzables para personas como él, pero admite que no ha logrado romper con los prejuicios sociales que todavía existen. «El gran problema es que el síndrome de Down desde que se levanta hasta que se acuesta tiene que estar demostrando todo el día que puede. Nadie te da una oportunidad, tienes que ir tú a pedirla. Nadie te dice ‘sí puedes hacerlo’; al contrario, eres tú el que tienes que decir: ‘Perdona, yo sí lo puedo hacer’», se lamenta.
Dentro de su gran sueño de integrarse con normalidad en la sociedad, defiende la educación de su colectivo en escuelas públicas porque «la especialización tiende al aislamiento». Sabe que no es el camino más fácil, porque estás más desprotegido, quizá menos cuidado, pero tiene el «aliciente» de que estás interactuando, relacionándote con los demás. «Si tú separas a un grupo y lo juntas con ellos, creas un gueto, lo aíslas totalmente de la sociedad», explica. Como modelo, él mismo: «Si yo hubiera ido a un colegio especializado, no habría hecho todo lo que he hecho, estaría en un taller ocupacional o algo así».
Este diplomado en Magisterio también se muestra muy crítico con el hecho de que «hoy haya hijos a la carta». «El gran problema es que con la amniocentesis puedes decir lo quiero o no. Y todo el mundo elige tener un hijo normal porque es más fácil». Por eso, aunque «sin juzgar a nadie», invita a las madres a que «piensen bien lo que van a hacer» antes de tomar la decisión.

Ejemplo de superación, admite que el futuro le da respeto, pero no le asusta. «Solo hay que ir poco a poco». Ésa es su filosofía, la que le ha llevado tan lejos, hasta donde muchos nunca hubieran imaginado. Los prejuicios están para romperlos.


FUENTE:     EL CORREO.com


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