Marta Sanz gana el premio Herralde con ‘Farándula’
La
novela es "borde con el diagnóstico social, con ese 'buenismo', con ese
discurso que nos quiere hacer ver la crisis como una oportunidad", asegura
la autora
Ante el silencio
clamoroso durante los últimos años en España de los intelectuales, el mundo del
cine y del espectáculo se erigió en portavoz de la cultura y las clases desfavorecidas
frente a las injusticias del sistema camufladas tras la crisis. Pero ¿hasta qué
punto en muchos casos eran sinceras y no se acabaron convirtiendo en
estrategias de promoción de los propios artistas? ¿Cuánto hubo o hay de
impostura en todo ello? ¿Puede la cultura cambiar algo hoy? ¿Hasta qué punto
las ingenuidades pueden ser perniciosas? Con la ironía no exenta de causticidad
que caracteriza su obra literaria juega Marta Sanz con todo ello en Farándula,
la obra con la que acaba de ganar en Barcelona el 33º premio Herralde
de novela,dotado con 18.000 euros, que convoca la editorial
Anagrama. También el mundo de la cultura y del arte, pero al servicio de un
profesor universitario que revive en EEUU un pasado personal no muy feliz, está
presente en El instante de peligro,
segundo libro del escritor Miguel Ángel Hernández, que le ha valido para quedar
finalista.
La retranca y la ironía
son un arma habitual en la obra de Sanz (Madrid, 1964), como ya ha demostrado
en algunas de sus novelas más reconocidas, como Un
buen detective no se casa jamás o La
lección de anatomía. En el caso de Farándula,
el vehículo es un elenco de personajes que va desde una actriz ya veterana que
va a visitar a una vieja y olvidada gloria del sector a una joven e impulsiva
estrella emergente, pasando por un actor ganador de la prestigiosa Copa Volpi
del Festival de Cine de Venecia. Un ictus, las representaciones de Eva
al desnudo y la
adhesión de todos ellos o no a un manifiesto político harán de catalitzador de
una obra con la que Sanz, autora de la cuadra Anagrama desde que publicara su
paródica con el género detectivesco Black, black, black (ahora ya lleva ahí cinco libros),
logra su sexto galardón tras, entre otros, el del Ojo crítico 2001 (Los mejores tiempos) o el
Tigre Juan, el Cálamo y el Estado Crítico (Daniela
Astor y la caja negra).
De esa última obra,
precisamente, es deudora la novela premiada. “Siempre recojo hilos sueltos de
otras novelas y de Daniela Astor…me quedó el
interés por ese mundo del espectáculo que se mueve entre lo frívolo y lo
político, por esa supuesta banalidad de estos tiempos que ya forma parte de
nosotros, esa perturbadora diferencia entre lo visto y lo pintado”, define la
doctora en Filología y también crítica literaria del suplemento Babelia de este diario. Tiene interés en que
no se malinterpreta el juego que propone en Farándula: “Uso la
deformación y la risa para manifestar la indignación”, dice de una novela que
no duda en calificar de divertida pero también de “borde”, pero no con quien la
aborde: “Hay otras obras mías en las que soy más dura con el lector si se
entiende borde por novela exigente; no, aquí lo soy con el diagnóstico social,
con ese buenismo, con ese discurso
que nos quiere hacer ver la crisis como una oportunidad o que casi concluye que
uno se muere de cáncer porque no ha sido suficientemente positivo… Hay
ingenuidades que son perniciosas y liman el sentido crítico de esta época”.
El ámbito del espectáculo le funciona a
Sanz como “la mejor metáfora de un mundo, de una sociedad que hoy brilla por
fuera pero que está hueca por dentro"
Farándula está estructurada a partir de las peripecias y retratos de un
grupo de actores “muy reconocibles pero no identificables”, si bien sí cita a
su admirada María Asquerino (“defiende que la voz de los actores ha de salir
siempre desde abajo”) y a Angelina Jolie, George Clooney o Matt Damon… Ese
mundo recoge “dos oxímoros: el amor incondicional y el odio gratuito, de
linchar o disparar a un muñeco y que se confunde con la libertad de expresión
en un contexto de esa falsa libertad tecnológica en la que creemos vivir, y la
contradicción que es que son representantes de un glamur en un oficio que ha
llegado a tener en España hasta un 90% de paro”. Un ambiente el del ámbito del
espectáculo que para Sanz le funciona como “la mejor metáfora de un mundo, de
una sociedad que brilla por fuera pero que está hueca por dentro”.
En ese escenario, Sanz
refleja y denuncia un mundo cambiante, una sociedad con un modelo de actitud y
comportamiento muy discutible gracias en buena parte también a lo tecnológico,
un proceso que define como “una quiebra analógica, que nos hace ser obsoletos
antes de tiempo y que conlleva a repensar palabras como gente, caridad,
público, popular, respeto y éxito no sabemos bien hacia dónde”, enumera,
colocándose en la estela de un Rafael Chirbes. "Sí quizá los intelectuales
hemos perdido prestigio social porque no deberíamos haber estado mudos tanto
tiempo y sobre según qué pero también hemos sido un pim.-pam-pum de odio y de
resentimiento de mucha gente que tampoco se entiende".
Es una novela borde con el diagnóstico social, con ese 'buenismo',
con ese discurso que nos quiere hacer ver la crisis como una oportunidad… Hay
ingenuidades que son perniciosas y liman el sentido crítico de esta época
Cree también la
escritora queFarándula no deja de “reflejar un instante de
peligro”, utilizando el título de la obra finalista de Hernández (Murcia,
1977), conocedor también de Anagrama puesto que en ella publicó hace dos años
su primera novela, Intento de escalada,
asimismo galardonada (premio Ciudad de Alcalá). El profesor de Historia del
Arte de la Universidad de Murcia utiliza su oficio y su notable carrera de
ensayista para enmarcar el angustiante contexto vital del también profesor
Martín Torres, que volverá a una universidad norteamericana donde impartió
clases, un escenario que le abocará a un primer balance de urgencia de una vida
aún joven pero que ya cuenta con demasiadas frustraciones en lo personal y lo
profesional.
“He descubierto que la
narrativa me permite un conocimiento del mundo y del arte con el que puedo ir
más allá que en todos mis ensayos”, admite el autor, que fija su segunda novela
como reverso con la que debutó en el género hace dos años tras dos libros de
relatos y que venía marcada por la decepción. “Ahora se trata de un
reencantamiento con la vida: qué queda latente de las ruinas del pasado de uno;
hay reflexiones sobre el arte de los años 60 y la fotografía, pero impera una
carga emocional, es más una novela de amor, a pesar de lo mal cargado que está
el concepto”, define Hernández. El título está entresacado de la tesis de la
Historia de Walter Benjamin, que venía a decir que uno articula el pasado no
cómo ha sido sino como uno lo recuerda en un instante de peligro, en un momento
relámpago. “Hay un instante que todo el pasado se puede perder o ganar para
siempre; y aquí el protagonista, a través de las imágenes de una película
antigua que ha de estudiar, rescata una parte del pasado y lo salva para hacer
más habitable el presente”.
FUENTE: EL PAÍS
LOS CAZADORES DE CONCURSOS LITERARIOS VI (JUNIO 2015) Publicado el concurso, el lunes 6 de abril del 2015 en el
Blog.
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