domingo, 8 de noviembre de 2015

VALERIE TASSO: 'Confesiones sin vergüenza'

«No podemos no tener sexo ni un solo día de nuestra vida»

 Valerie Tasso presenta su nuevo libro, 'Confesiones sin vergüenza', en el que diferentes mujeres españolas cuentan sin tapujos sus fantasías sexuales

La sexóloga francesa alerta la falacia de que la sexualidad de la mujer ha dejado de ser un tabú

Aboga por hacer educación sexual desde los cinco años y hablar del sexo como un valor y no como un problema



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                                                                                                                                                                                              Valerie Tasso . / Virginia Carrasco


No lo oculta. Comenzó con 30 años a ejercer la prostitución, principalmente por necesidades económicas, pero no exclusivamente. Tenía también un afán por conocerse a sí misma y por saber dónde estaban sus límites. Seis meses después abandonó esta actividad tras conseguir sus objetivos: saldó todas sus deudas, vivió una especie de 'catarsis' que le hizo reconciliarse con los hombres y se enamoró. Toda esta experiencia acumulada, de la que no reniega, ha ayudado a Valerie Tasso (Francia, 1969) a convertirse en una prestigiosa sexóloga, que imparte conferencias y talleres, participa en programas de televisión y radio, ayuda a miles de personas en su consulta y escribe libros. Ahora presenta su última obra, la octava, 'Confesiones sin vergüenza' (Grijalbo), en el que por primera vez en la historia las mujeres españolas cuentan sin tapujos sus fantasías sexuales.
- No es lo mismo fantasía que deseo sexual, según deja claro en su nuevo libro.
- Ambos elementos, que forman parte del imaginario erótico, se nutren, se retroalimentan, puesto que el deseo se apoya mucho en la fantasía y viceversa. Pero el deseo responde a una pregunta fundamental: '¿qué quiero hacer?'. Y la fantasía responde a otra diferente: '¿qué soy capaz de imaginar?'. El deseo sexual, a poco que se den las circunstancias, lo vamos a realizar; la fantasía jamás se va a cumplir porque tienen un punto de incomprensión que no tiene el deseo.
- ¿Se diferencian mucho las fantasías femeninas de las masculinas?
- Sí se suelen diferenciar, sobre todo en que las femeninas son tremendamente sofisticadas, más elaboradas, más ricas. Esto se debe a que la mujer hasta el siglo XIX no existía, por lo que siempre nos hemos movido en un mundo muy simbólico. Nosotras nos hemos cortado mucho más para hablar que los hombres.

- ¿Alguna vez se ha escandalizado con alguna de las fantasías que le han contado?
-No me escandalizo, no hago nunca juicio moral, no me lo puedo permitir porque soy sexóloga. Además, entiendo perfectamente que la fantasía siempre se quedará en el plano simbólico, y en la imaginación no hay límite.
- ¿Y puede haber mujeres que no tengan fantasías?
- Hay mujeres que me han dicho que no tenían fantasías, pero es bastante difícil no tenerlas. Porque si no tenemos fantasías, entonces el deseo no se puede apoyar en ellas y la interacción sexual va a ser muy pobre. Yo lo que creo es que hay muchas mujeres que se temen, que temen sus propias fantasías y prefieren olvidarlas. Esto también se trabaja en consulta.
- Parece que la sexualidad ha dejado de ser un tabú para la mujer.
- Eso es una falacia. Estamos viviendo en una sociedad con un capitalismo exacerbado y nos están haciendo creer que estamos cada vez más liberadas, pero lo que estamos es cada vez más consumistas. Parece que hoy en día prolifera la idea de que una mujer que no tenga un juguete erótico en su mesilla de noche, si no está a la última, no está liberada. Hay mujeres que no piensan así, y me alegro. Lo que se está haciendo es aprovechar este nicho nuevo de la mujer, que ya no depende del hombre para vivir, para venderle más y más juguetes, manuales, pornografía, etc. Y con esto dar la sensación de que están más liberadas.
- Dice que "no podemos no tener sexo ni un solo día de nuestra existencia" para decir -entiendo- que el sexo es algo más de lo que generalmente se entiende por sexo.
- No podemos no tener sexo un solo día porque somos seres sexuados. Ser un ser sexuado es tener unos genitales, un sistema endocrino y una escala de valores. Lo que pasa es que hemos hecho una metonimia y hemos confundido el sexo con los genitales. Cuando preguntamos: '¿has tenido sexo hoy?', la gente te va a contestar en función de la interacción sexual. Las cosas empezarán a cambiar cuando empecemos a cambiar la semántica.
- ¿Todavía siguen existiendo muchos prejuicios en este tema?
- La sexualidad mala está llena de prejuicios. Ése es el gran problema. El tópico, el cliché, tiene una cosa mala: que se repite hasta la saciedad hasta que llega a ser verdad. Y deshacer esto es muy difícil. Un tópico enorme es pensar que el hombre tiene más deseo sexual que la mujer, que el hombre siempre tiene ganas y la mujer no. Ahí hablamos en términos cuantitativos y no cualitativos. El hombre y la mujer tenemos sed de igual manera. Ahora, el hombre se servirá un vaso de agua y a lo mejor la mujer se servirá un té, que requiere de una preparación. Es verdad que hay una manera distinta de vivir el deseo de un sexo a otro, pero la sed es la misma. Otra cosa es cómo voy a saciar la sed. También es un tópico decir que las mujeres a partir de cierta edad pierden el deseo; nada más incierto: el deseo no muere jamás, puede estar en letargo, pero el deseo es la esencia del ser.
- ¿Hemos pasado de no hablar de sexo a hablar demasiado?
- Hemos pasado de ocultar el sexo a sobreexponerlo. Y la sobreexposición es una manera de camuflar. Ahora hablamos y hablamos sin cesar, pero diciendo siempre las mismas tonterías. Es un discurso que camufla lo que realmente es el sexo, es una estrategia muy buena.
- ¿Se dicen más verdades o mentiras?
- Se suelen decir más mentiras, tanto en las encuestas que se hacen de la vida sexual como en las conversaciones entre amigos. El sexo es el mejor reflejo de la condición humana y nos hace muy vulnerables. Por eso explicar las flaquezas que pueda tener una pareja en la alcoba es complicado y preferimos mentir. La demostración es que las consultas sexológicas están llenas.
- ¿Considera que hay un antes y un después de 'Cincuenta sombras de Grey'?
- Para nada. Quizás a la hora de tener más lectoras puede tener su mérito E. L. James, pero desde luego no ha inventado absolutamente nada. Lo que me molesta de 'Cincuenta sombras de Grey' es que la autora incoscientemente está explicando que para tener una erótica que se sale de lo convencional hay que estar tocado psicológicamente, haber tenido traumas. Y eso es hacer todo menos educación. Tendemos a hacer salud sexual (que se resume en 'ponte el preservativo'), pero no educación sexual, que tiene otro objetivo: hablar de sexo como un valor y no como un problema.
- ¿Se atrevería a dar algún consejo para disfrutar más del sexo?
- Les diría que no hagan ni caso a todos los consejos que les puedan dar, sobre todo en estas revistas con recetas. Estamos en una sociedad que está más pendiente ya de tener la fórmula mágica que de seguir dándole vueltas a la pregunta. Muchas veces las preguntan liberan y las respuestas alienan, esclavizan. Estoy cansada de recibir a gente en la consulta que quiere un decálogo para mejorar su vida sexual. Es que no hay decálogo. Evidentemente hay trucos, pero es absolutamente absurdo recomendar leer este manual o hacer esto y lo otro, porque cada uno somos diferentes y no hay que homogeneizar. Parece que todo lo que se sale del patrón establecido está mal visto. Y es una pena porque somos muy ricos en este terreno.

FUENTE:  EL DIARIO VASCO.com

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