Donde la ciudad pierde su
nombre
· David Benedicte publica su cuarta novela, 'Tiempo muerto para Alí'
·
Relata la vida de un joven marroquí en los
barrios marginales de Madrid
El escritor David Benedicte, en
el barrio de Lavapiés donde está ambientada su última novela.
Entre
las muchas novedades editoriales de esta primavera, no
debería pasar desapercibida 'Tiempo muerto para Alí', la cuarta novela de David
Benedicte, una historia que relata las penalidades de la comunidad
musulmana para sobrevivir en una ciudad como Madrid.
La novela no es un panfleto político
ni una obra de denuncia. Es una crónica literaria, construida con la precisión
de un mecanismo de relojería, sobre las peripecias de un joven llamado Alí, que
intenta sobrevivir en Lavapiés. Alí es hijo
de un integrista musulmán que
sólo vive para difundir sus creencias en un mundo que no quiere ni puede
comprender.
Al igual que Leopold Bloom recorre
Dublín en el 'Ulises' de Joyce a lo largo de toda una jornada, el joven Alí se
desplaza por las calles de Madrid en busca de un final en el que se combina lo
esperpéntico con lo trágico. Palpamos en las páginas de Benedicte la vida de
personajes marginales de una ciudad desconocida en la que ser diferente
comporta un alto precio para quien no tiene medios económicos de sobrevivir.
Pero junto a la desolación y la
pobreza coexiste la belleza de la vida, encarnada por las
ilusiones del propio Alí y de su pequeña hermana, que ve la realidad desde los
ojos de la infancia. Un personaje que sirve de contrapunto a toda la narración.
Es difícil clasificar la obra de Benedicte dentro de un género preestablecido
porque 'Tiempo
muerto para Alí' es
un retrato de costumbres, es una novela negra, es puro realismo sucio y también
un texto lleno de intensidad poética, cuyo ritmo va ascendiendo y atrapando al
lector hasta las páginas finales.
Madrid,
maltratada por el género negro
El
autor huye de lo políticamente correcto. No valora lo que está bien ni lo que está mal. Se
limita a describir, aunque el paisaje sea demoledor. Intenta comprender pero no
juzgar, como hacía Simenon con sus torturados protagonistas que siempre son
víctimas de un destino imprevisto.
Hay dos características que resaltan
en la obra de Benedicte, madrileño de 45 años. La primera es la construcción de la trama, que está
milimétricamente diseñada, con unos personajes que entran y
salen cuando lo exige la historia. Y el segundo rasgo es la creación de un
lenguaje que envuelve y seduce al lector y le empuja a seguir siempre hacia
adelante.
'Tiempo muerto para Alí', publicado
por Ediciones B, es una obra que destaca en el mediocre
panorama literario español
y que trasciende de las banalidades que muchas veces encabezan la lista de
éxitos. La voz de Benedicte nos hace reflexionar y nos lleva a territorios
desconocidos que existen no muy lejos de nuestro entorno más cercano.
El libro combina la novela negra, el retrato
costumbrista y el realismo sucio
Benedicte define la novela como
"un'thriller' urbano ambientado en
Madrid, ciudad que ha sido maltratada por este género" y
subraya que se considera un todoterreno que "teclea a todas horas" y
practica también el periodismo porque sencillamente ama el oficio de escribir.
Interrogado sobre las influencias de
sus novelas, Benedicte afirma: "No soy el indicado para responder. Te diré
que algunos críticos han visto en mi obra ecos de Malraux y de Camus. Pero
también creo que hay una influencia de Umbral o del
propio Vázquez Montalbán, quedándonos en lo español. Pero no me
gusta compararme con nadie porque el primer mandamiento de un escritor es no
parecerse a nadie".
Benedicte ha publicado anteriormente
'Travolta tiene miedo a morir', 'Valium' y 'Guía Campsa de los cementerios', y
es autor de media docena de libros de poemas. Escribe
habitualmente en las páginas de ELMUNDO.es críticas de televisión, donde brilla
por su mordacidad y su extraordinario sentido de la ironía.
Como ha escrito Manuel de la Fuente,
Benedicte es "uno
de los poetas mas sólidos de la quinta de los 70, uno de los
más rompedores y originales. Pero siempre con los pies en el suelo y las manos
en la masa de las apasionadas coordenadas del ser humano".
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