Edgardo
Cozarinsky: "La memoria olvida más de lo que recuerda"
Con dos libros recién editados, el
realizador visita Chile para presentarse en la Cátedra Abierta UDP, el próximo
miércoles 29.
El narrador sin nombre del relato
Hotel de emigrantes (recogido en La novia de Odessa), de Edgardo Cozarinsky,
afirma: “Toda vida está hecha del entrecruzamiento de otras vidas”. Hay una
película en que el narrador, que es Cozarinsky, opina algo parecido.
Su propia obra es un entrecruzamiento
constante. En su primer libro, Vudú urbano, se mezclaban testimonios íntimos,
citas de lectura y relatos. “Así como las tarjetas postales fijan y reproducen
el aspecto más típico de un paisaje, de un monumento o de un rostro, estos
textos quieren fabricar imágenes públicas y comunes, un déja vu donde diluir lo
que puede haber de demasiado subjetivo en una experiencia y una sensibilidad
individuales”.
En su último libro, la compilación de
ensayos Disparos en la oscuridad, que presentará el miércoles en la Cátedra
Abierta de la UDP, se cruzan ciudades (de París a Budapest, de Tánger a
Beirut), lecturas, escritores y cine. Lo mismo aparece la guerra de las
Malvinas que Paul Bowles, Chaplin o José Bianco, Orson Welles, Silvina
Ocampo.
Ya antes de Vudú urbano, Cozarinsky
había hecho varias películas. Y siguió haciéndolas.
¿Qué se siente más: cineasta o
escritor?
Hoy diría que soy un escritor que hace
cine. Hace 20 años hubiese invertido los términos, porque veía menos claro que
hoy.
¿Se enfada si a alguien le gustan sus
libros pero no sus películas?
No me enfado con el gusto ajeno, ya el
mío es bastante arbitrario. Me irrita, en cambio, la lectura distraída que cita
o parafrasea erróneamente, pero como mi norma de conducta es no responder nunca
a una crítica, a la larga me olvido.
Sus ensayos o reseñas, ¿las considera
literatura?
Eso lo deben decidir los lectores.
Escribo con pareja atención a las palabras pero la entrega a lo imaginario,
siempre presente, varía de intensidad entre una ficción, aun alimentada de
documentos, y un ensayo, contaminado de ficción.
¿Es usted un escritor tardío?
Muy tardío. Después de dos primeros
libros ocasionales y muy espaciados, que decidí olvidar, el primero que
reconozco, Vudú urbano, apareció por primera vez en 1985 y luego no publiqué
hasta el nuevo milenio. Pero desde 2001, ya cumplidos los 60 años, no he
parado.
Lo “autobiográfico”, ¿obliga a decir
la verdad?
Es muy difícil decir la verdad aunque
uno se lo proponga. La memoria olvida más de lo que recuerda. Y el mismo
impulso autobiográfico empieza por convertir en personaje de ficción a quien escribe
“yo”. Acaso se termina diciendo una verdad profunda, escondida, más allá de los
hechos.
¿Siente alguna predilección por los
escritores reaccionarios?
Me interesan sobre todo por la
lucidez, no empañada por ninguna ilusión progresista. Y me desafían al
inspirarme algo parecido al miedo.
Cuando se le dice “cosmopolita”,
¿siente orgullo o fastidio?
Depende de quién lo diga. La palabra
en sí dice más sobre quien la emplea que sobre la persona de la que habla.
¿Qué le escandaliza, si es que hay
algo que le escandalice?
La clase política argentina. Ningún
escepticismo basta para tolerarla.
En algunos ensayos aparece bebiendo
vodka, ¿es una coincidencia o le gusta?
Me gustaba, y mucho, pero desde
noviembre de 2014, después de una visita al sudeste asiático, dejé el alcohol,
los ansiolíticos y los somníferos. Lamento usar una palabra de la jerga
policial: estoy “clean”.
¿De verdad Silvina Ocampo se hizo
amiga de un exhibicionista?
El episodio que cuento no tiene, salvo
las palabras de ella, un antes ni un después. Pero no me extrañaría, dado su
carácter caprichoso y el gusto por escuchar a personas ajenas a su ambiente,
que Silvina haya cultivado encuentros más o menos casuales con ese personaje.
También hay varias referencias al
tango...
El tango es un elemento esencial del
sentir porteño (en el sentido argentino de la palabra: oriundo de Buenos
Aires). Cuesta mucho aceptarlo, pero llega un momento en la vida en que uno se
reconoce en ese universo, música y letra, que de joven rechazó. “El tango te
espera”: cita adjudicada a distintos autores y músicos.
FUENTE: LA TERCERA Chile
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