Un sello vigués ultima la edición de las obras
completas de Bruno Schulz
Elvira, que nació
hace tres años al calor de la publicación de la poesía de Carlos Oroza, trabaja
con Jorge Segovia en el segundo volumen del narrador polaco
El sello vigués Elvira trabaja ya en la preparación del
volumen que culminará la edición en español de las obras completas del gran
escritor polaco Bruno Schulz (Drohobycz, 1892-1942). Este segundo libro, dice
Javier Romero, extrabajador de banca reciclado en exquisito editor, cerrará la Opera
Omnia del irrepetible
narrador nacido en la Galitzia hoy ucraniana, entonces en el Imperio
austro-húngaro, y dejará probablemente segregada la correspondencia para
componer un (tercer) tomo diferenciado, a modo de apéndice.
Elvira nació hace casi tres años con
el objeto de publicar toda la poesía del rapsoda viveirense afincado en Vigo
Carlos Oroza (1923). De este siempre explosivo y prometedor encuentro salió Évame -creación que va más allá del
mero libro y de la que ya han llegado a las bibliotecas tres ediciones
materialmente distintas con la intención de hacerla poco a poco más asequible
económicamente- y el contacto con un tercer implicado en el viaje, cuya singladura
partió azarosamente del bar vigués Detrás do Marco, lugar que sirve algo más
que copas y promueve actividades culturales de todo tipo, recitales,
exposiciones, teatro... A este inquieto epicentro se acercó un buen amigo de
Oroza, Jorge Segovia, pionero (con Violetta Beck) en la edición de Schulz a
través de su sello Maldoror, un trabajo que ahora Romero y Segovia están
recuperando y poniendo en limpio para Elvira.
De esta nueva relación afloró el
hermoso volumen Opera Omnia I, que contiene los más relevantes
títulos de Schulz: Las tiendas de canela fina, El sanatorio de la clepsidra y La república de los sueños. Y ha de salir el
segundo tomo, que contendrá, entre otros textos, sus ensayos y seguramente El libro
idólatra, un ciclo de dibujos de alta explicitud erótica, realizado
alrededor de 1924 y que levantó una importante polémica, y cuya confección
Schulz justificó alegando que sus ilustraciones -en las que el hombre aparece
ante la mujer en actitud sumisa- estaban pensadas para iluminar la novela de su
paisano galitziano Leopold von Sacher-Masoch La venus de las pieles.
Dibujante, pintor y grabador, de
notable talento, Bruno Schulz alcanzó en la escritura cimas mucho más
ambiciosas, aunque su delicada poesía condiciona su prosa en cuanto a la
complejidad de la lectura, a lo que hay que sumar un personal mundo onírico y
una mirada en la que la imaginación transforma las cosas hasta volverlas poco
reconocibles. El dial estético en que se mueve su escritura es limítrofe a los
de Stanis?aw Witkiewicz y Witold Gombrowicz, con los que conformaba «los tres
mosqueteros de la vanguardia polaca de entreguerras», al decir del autor de Ferdydurke.
Romero aspira al libro como objeto,
«que llame la atención» del buen lector, una edición cuidada que Elvira ha
bordado ya en el primer tomo de Schulz.
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