Un relato de José Santos Machicado
de principios del siglo XX, tiene cierta validez en la actualidad por el
contenido recurrente de ciertos dichos y hechos del ámbito jurídico. Los
procesos de modernización en el campo legal no han solucionado los problemas.
Senderos de
justicia y Santos Machicado
El género literario del cuento tiene
grandes representantes en Bolivia. Cabe mencionar las distintas antologías
realizadas por Ricardo Pastor, Armando Soriano Badani, Raquel Montenegro,
Manuel Vargas, Emilio Finot, Raúl Botelho, Néstor Taboada, Carlos Castañon,
entre otros. Estas antologías lograron –en algunos casos– redimir del olvido a
muchos escritores. Al respecto el escritor Néstor Taboada Terán manifiesta: “El
género literario más afortunado en Bolivia ha sido el cuento por su variedad y
brevedad (…). En todas las épocas, los escritores bolivianos han captado con
gran responsabilidad y fortuna los hechos trascendentales de la historia”.
José Santos Machicado
Una figura destacada de principios del
siglo XX es el publicista José Santos Machicado (1844-1920). Oriundo de Sorata
(Provincia Larecaja, La Paz). Estudió en los claustros del Seminario de La Paz,
pensando dedicarse a la carrera eclesiástica. Culminó con el título de doctor
en Teología y Sagrados Cánones (1868). Abandonó sus primeros propósitos y
estudió leyes, graduándose como doctor en Derecho y Ciencias Políticas (1879).
Ejerció el profesorado de latín, filosofía, historia y literatura (1866-1893).
Se desempeñó como Rector del Colegio Nacional Ayacucho. En el campo político
José Santos Machicado fue militante del Partido Constitucionalista. Asistió
como Diputado por el distrito de Larecaja en la Convención Nacional
(1880-1881). Fue participe en el parlamento (1894-1897). Representó a La Paz en
la legislatura de 1898. Presidió la presidencia de Cámara de Diputados
(1896-1898). Tras la Guerra Federal (1889-1899) y ascenso al poder del Partido
Liberal se alejó de la esfera pública. Fue director, redactor, editor y
colaborador de los periódicos La Estrella, El Progreso, El Independiente, La
Unión, El Titicaca, La Verdad, La Crisálida y La Defensa (director). Al final
de su vida la Iglesia Católica le otorgó el grado de Caballero de la Orden de
San Gregorio Magno en reconocimiento a su servicio personal a la Santa
Sede.
Cuentos históricos
Entre los escritos de José Santos Machicado
se puede mencionar “Cuentos bolivianos” (1908), “La instrucción católica”
(1911) y “Nuevos cuentos bolivianos” (1920). Esta última puede ser considerada
como la continuación de su primer libro. La colección de relatos en su mayor
parte es una defensa de ideales religiosos: “Estos cuentos históricos en su
mayor parte han sido dispuestos con fines de propaganda moral y católica, especialmente
en el género literario llamado novelesco del que tanto se abusa hoy día para
socavar los cimientos sociales y corromper las costumbres de los pueblos”,
manifiesta José Santos Machicado.
Los mejores relatos
Uno de los mejores relatos de Machicado se
titula “Justicia de los hombres y justicia de Dios” (parte de “Cuentos
bolivianos”). El personaje Pascual Viñas es descrito como un hombre de 40 años,
casado, padre de familia, íntegro de conducta y de profesión joyero. Cumple sus
cometidos con exactitud y pone cuidado especial en cada trabajo. Fue educado
por padres cristianos que le enseñaron con la palabra y el ejemplo. Sin
embargo, adolece del vicio de las copas como pasatiempo. Esta conducta
recurrente de Pascual fue advertida por su madre como un mal presagio: “No
quisiera anunciarte nada malo, pero temo que tu afición a las fiestas y
diversiones te ha de traer algún disgusto grave o quizá una desgracia”.
Una de esas noches cuando Viñas regresaba a
su morada después de copas y alegrías –pasada la media noche–, ve en una
esquina a un conocido suyo apoyado en la puerta de su domicilio. Se acerca y
pregunta: ¿qué le sucede? Inesperadamente se desploma en brazos de Viñas. Salen
los vecinos y se empieza a oír las primeras acusaciones. Llega la Policía y
empieza el careo. La declaración de Pascual Viñas no da luz alguna sobre quién
o quiénes fuesen los criminales. En primera instancia se descartó la idea del
robo en el asesinato. El cadáver conservaba sus objetos de pertenencia.
La conclusión de las pesquisas por parte de
la Policía fueron fluctuantes: “Los delincuentes se esmeraron en rodearse de
precauciones acertadas y minuciosas, cerrando por consiguiente todas las sendas
de investigación judicial”. No existía prueba ni presunción siquiera de culpabilidad
contra nadie, y sin embargo el delito era real, evidente e innegable.
Hasta que todo se “aclare”, el único
sospechoso era Pascual Viñas. Se trató de sentenciarle pero no había elementos
suficientes para declararlo culpable. Transcurrieron dos años del hecho y
todavía continuaban las investigaciones y por supuesto la situación legal de
Viñas era incierta, pero estaba a buen resguardo en el panóptico de La Paz.
En el epílogo del relato, el escritor José
Santos Machicado le da un toque de justicia divina: “El remordimiento, la
culpa, hace que salga a la luz la confesión del asesinato”. Fue un crimen
pasional que fue fríamente pensado por la expareja del difunto. Doña Parmenia
en complicidad con su hermano Rodrigo fueron los artífices del macabro
homicidio. El rápido deterioro de la salud de doña Parmenia hace que salga a
luz el espantoso secreto a las autoridades judiciales. En el desenlace del
cuento uno de los personajes sentencia: “La Justicia de Dios ha caído lenta,
segura e inflexible sobre los culpables; la justicia de los hombres no ha hecho
más que vejar y oprimir a los inocentes”.
Justicia divina o humana
El relato que presentó José Santos
Machicado tiene cierta validez en la actualidad por el contenido recurrente de
ciertos dichos y hechos del ámbito jurídico. La apreciación de Machicado de que
la justicia (divina o humana) tarda pero llega es consuelo de tontos. Hoy
tenemos serios problemas con el Poder Judicial (ahora Órgano Judicial).
Los procesos de modernización en el campo
legal no solucionaron los recurrentes problemas de retardación de justicia,
favoritismo, parcialidad y arbitrariedad. La historia jurídica nos revela que
la “solución” no reside en tener más leyes o “nuevos” códigos, sino la realidad
jurídica es mucho más compleja que estos retazos de papel. El Estado boliviano
no logró generar una dominación legal-racional (Max Weber). En otras palabras,
en Bolivia no hay Estado de Derecho. La sociedad y las instituciones estatales
no se rigen en su totalidad por la ley, sino con preferencia recurren a los
códigos informales (costumbres, usos sociales).
Hasta el día de hoy, dos sentencias de la
época colonial no perdieron vigencia en la mentalidad y sobre todo en su praxis
cotidiana: “La Ley se acata pero no se cumple”, y concerniente al procedimiento
jurídico: “Para el amigo todo, para el enemigo (y desconocido) la Ley”.
FUENTE:
Bolivia
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