El surrealismo de la
realidad
El
“surrealismo de la realidad” con el que el escritor argentino Carlos Salem
reivindica a Jardiel Poncela vuelve a estar presente en En el cielo no hay
cerveza, una novela negra en la que unos disparatados personajes se mueven en
torno a los asesinatos de varios periodistas de la telebasura.
“Les
odio”, asegura Salem (Buenos Aires, 1959) en una entrevista con Efe, en la que
señala que el mal que ha hecho la telebasura en España es muy grande y no se
puede comparar al de otros países. En En el cielo no hay cerveza, editada por
Navona, Salem habla de lo que la gente está dispuesta a hacer para triunfar de
una forma tan efímera como la que se ve en la telebasura, “donde se ha
confundido la información con las payasadas” y el fin de ser famoso solo tiene
un objetivo económico, dice el autor. Por eso cree que la televisión, “la
herramienta de educación más poderosa que se ha inventado jamás, incluso más
que internet”, debería tener una responsabilidad regulada. Un ejemplo de este
afán de notoriedad es el que representa el principal sospechoso de esos
asesinatos en serie: Diosito, un personaje de efímera fama desaparecido hace
tres años tras ser ridiculizado en directo por esos mismos periodistas. Diosito
aseguraba ser el hijo pequeño de Dios, venido a la Tierra para superar la fama
de su hermanastro Jesús, a quien detestaba por sumiso. Sólo un viejo amigo, al
que llaman El Poe, cree en su inocencia y recorre las calles de Madrid para
encontrarlo, una aventura en la que se topará con surrealistas personajes,
entre ellos unos “apóstoles” que, dice el autor, “tienen mucho que ver con los
que iban con Jesús”, aunque éstos sean en su libro antiguos y fracasados
músicos de rock convertidos en prósperos empresarios. A Diosito, dice Salem,
los milagros “le salen sin querer, cuando no hay nadie, pero en cuanto hay
testigos no le sale nada”, algo muy triste para un personaje que “solo quiere
notoriedad y ser famoso”, lo que conduce al desastre. Su novela no es
“anticatólica”, insiste el autor, que se declara “ateo, pero no furioso” y
“respetuoso con las creencias de todo el mundo”. Por eso, asegura que los
personajes que aparecen en su libro no suponen una burla para los católicos e
incluso sostiene que enviará un ejemplar al Papa: “espero que le llegue”.
Carlos Salem, que convirtió al Juan Carlos I en “un secundario de lujo” en su
libro Pero sigo siendo el rey y parodió la novela policiaca tradicional en
Matar y guardar la ropa, defiende el humor de lo absurdo de sus obras que,
asegura, tienen un público fiel, especialmente en Francia, donde ya se ha
publicado su último trabajo con éxito bajo el título El hijo pequeño de Dios.
Cree que desde este punto de vista se pueden escribir “de cosas muy serias”,
especialmente cuando la realidad le supera en surrealismo: “a veces veo las noticias
y no me las puedo creer, pienso que están de coña”, dice Carlos Salem, que
explica que algunos lectores le dicen que escribe “novelas tristes que hacen
reír a la gente”. Con el personaje de El Poe, que oculta a toda costa el éxito
que ha alcanzado en la literatura bajo un pseudónimo de mujer, Carlos Salem ha
reflejado algún capítulo de su vida como cuando, hace años, escribió con nombre
femenino en una revista.
FUENTE:
No hay comentarios:
Publicar un comentario