Pablo Aranda aborda las emociones en clave de misterio
Pablo Aranda, autor de ‘El protegido’. /
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El novelista publica
‘El protegido’, una novela negra que se convierte en un relato intimista
El escritor Pablo Aranda arma una trama policial para contar en
realidad un relato de corte intimista sobre la transición de la juventud a la
madurez. En ‘El protegido’ (Malpaso), el narrador brinda al lector un agudo
relato sobre las pasiones, los afectos cambiantes y las contradicciones de la
condición humana. Al mismo tiempo, Aranda recurre al género policial pero se
aparta de sus servidumbres, porque lo que pretende destripar los males de una
sociedad decrépita.
El libro cuenta la historia de Jaime, un tipo
que se resigna a una vida aburrida y sin sobresaltos. Sus días los pasa
trabajando en una asesoría fiscal. Es un hombre conformista, atractivo, pero
con un pasado amoroso lleno de sinsabores. Un buen día acompaña a su novia a
enseñar un piso que ella quiere arrendar. Y es entonces cuando se presentan dos
jóvenes marroquíes que son hermanos. Abonan el importe de la fianza y se
esfuman. Al cabo de un tiempo aparece el cadáver del hermano mayor. Jaime
considera de justicia devolver el dinero a la familia y así lo hace. Pero a
partir de ese momento empiezan los problemas.
Aranda se sirve del personaje de Jaime para
reflexionar sobre la identidad, la inmigración, la familia, la frustración y la
búsqueda del éxito. “Cuando me pongo a escribir no tengo la novela en la
cabeza. Parto de un par de anécdotas y un conflicto. He querido imprimir al
relato un tono angustioso y desasosegante”, dice Pablo Aranda, autor de otras
novelas como ‘La otra ciudad’ y ‘Ucrania’.
‘El protegido’ no es una novela negra al uso,
pues el autor da gran importancia a la irrupción de las pasiones. “Me
obsesionaba que la trama atrapase desde el comienzo. Me interesa muchísimo el
tema del desarraigo y la desubicación. En la novela pululan gentes que no han
encontrado su sitio. Hay intriga, muerte y violencia, pero es una novela que
pretende mostrar que no estamos preparados para afrontar las dificultades del
mundo. La vida no es un juego". Al novelista le subyagan los personajes
cercanos y hasta anodinos, pues permiten al lector reconocerse en ellos.
En las variopintas ocupaciones que ha tenido
en los últimos años, predominan los oficios que exigen una entrega. Aranda ha
trabajado dos años en una casa con enfermos mentales, viajó a la India para
estar varios meses de voluntario en un hospital y ha ayudado a menores que
cumplen medidas judiciales. Además ha sido profesor en la universidad de Orán
(Argelia) y en escuelas de español para extranjeros.
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