Donna Leon: «Venecia se está muriendo y se parece cada vez más a
Disneylandia»
La escritora norteamericana Donna Leon, la gran dama del crimen.
La
escritora vuelve al mundo de la ópera con su novela 'Sangre o amor', en la que cuenta
el amor obsesivo de un admirador por una soprano
La
escritora Donna Leon (Nueva Jersey, 1942) adora por encima de todas las cosas
la música barroca y envidia a los cantantes de ópera. No en vano, la creadora
del comisario Brunetti patrocina la orquesta Il Pomo d'Oro, para la que
despliega sus dotes de comunicadora y sugiere temas susceptibles de
incorporarse a su repertorio. En su última novela, 'Sangre o amor' (Seix Barral),
la narradora regresa al mundo de la ópera y al teatro de la Fenice. Esta
estadounidense afincada en Venecia ve con preocupación que la ciudad de los
canales se convierta en puro atrezo por culpa del turismo de masas. «Venecia
recibe 35 millones de visitante al año. Tiene un triángulo de las Bermudas
-compuesto por el puente de Rialto, la basílica de San Marcos y la Galería de
la Academia- que, cuando se atraviesa, se convierte en una carrera de
obstáculos», lamenta.
Cada día atracan siete cruceros repletos de turistas,
mientras la ciudad se va despoblando de sus habitantes originarios, que al
marcharse se llevan con ellos la memoria y la identidad de un lugar histórico.
«En cambio, los millonarios rusos, americanos, chinos e ingleses están
comprando palacetes que mantienen abiertos un mes durante todo el año. Venecia
está muriendo y se parece cada vez más a Disneylandia». Lo malo, advierte la
escritora, es que otras ciudades corren también el peligro de ser engullida por
esta vorágine. «Hace unos días estuve en Santiago de Compostela y sucedía algo
similar», dice Leon, quien propone en tono de broma unir en un solo artefacto
el bastón del peregrino y el palo para hacer selfis.
En 'Sangre o amor', cuenta la historia del amor obsesivo
de un admirador de la soprano Flavia Petrelli, quien se encuentra en Venecia
para interpretar 'Tosca'. Los amigos de la diva sufren ataques y hostigamientos
sin fin, lo que hace imprescindible la presencia del comisario Guido Brunetti,
viejo amigo de la infancia de la cantante. «Al inicio, el amor tiene mucho
fanatismo. Ves a una persona que te fulmina. De hecho la pasión y el fanatismo
pueden ser aquí sinónimos pero en sentido positivo. El problema es cuando
adquiere tintes peligrosos», aduce.
Leon vive desde hace 34 años en Venecia y se muestra
irreductible en su negativa a que sus novelas sean traducidas al italiano.
Quiere vivir en el anonimato y no sufrir las molestias de la popularidad. Pese
a ser la reina de la novela negra, nunca lee obras de este género y prefiere
las lecciones que le procuran los libros de historia. En su juventud devoró con
pasión novelas de detectives y cree haber atrapado sus claves. Al fin y al
cabo, todo se reduce a contar un crimen, crear un investigador, explicar las
causas del asesinato y encontrar al culpable. «A partir de esas premisas las
combinaciones son múltiples». La narradora cree que los orígenes de la novela
negra están en la Biblia y la tragedia griega. El esplendor del género obedece
a la naturaleza misma de la condición humana: todo el mundo espera que se
castigue al malo.
Su método de trabajo es una rara mezcla de caos y
disciplina. Se encierra durante una semana y trabaja a destajo durante ocho
horas diarias. «No obstante, siempre estoy dispuesta a alejarme del ordenador
un ratito, de modo que en cuánto alguien me propone un paseo o una cena acepto
en seguida». Después de ese enclaustramiento toma distancia de la novela y se
olvida de ella durante una temporada, hasta que reanuda la escritura y vuelve a
sentarse ante el ordenador. Este ir y venir, esta vuelta a la tarea y a la
dispersión que le sigue no la perturban. Al contrario, invierte nueve meses en
parir una de sus criaturas, pero el sistema funciona. No por casualidad sus
libros han sido traducidos a 23 idiomas y se venden como rosquillas en Europa y
Estados Unidos.
No piensa ni por asomo dar un descanso al comisario
Brunetti. Su retiro la obligaría a jubilarse. Por eso seguirá explotando el
filón de su cínico detective, aunque sospecha que su compañera Claudia
Griffoni, en caso de un hipotético relevo, sería la candidata con más opciones.
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