Bucear en los abismos
de Eros
Ambición
nunca le ha faltado a Christophe Ono-dit-Biot, encargado de la sección cultural
de Le Point, y ambición no le falta tampoco a su más reciente novela
Ambición nunca le ha
faltado a Christophe Ono-dit-Biot, encargado de la sección cultural de Le Point, y ambición no le falta tampoco a su más reciente
novela, Inmersión, que tiene por
protagonista al reportero César, que ya aparecía en su tercera novela
transitando los infiernos y los cielos de Birmania. El título de la novela es
suficientemente indicativo del propósito del autor: narrar una verdadera
inmersión en los abismos de eros, recuperar el modelo de “gran amor más allá de
la muerte”, tan ajeno a la literatura del presente, incapacitada para abordar
las pasiones profundas, quizá porque el concepto mismo de pasión está en
decadencia, o porque, como dice Han en La
agonía de eros, los sistemas
que nos gobiernan abogan por un mundo sin tentaciones supremas y sin alteridad,
un mundo en el que desaparece el otro y al hacerlo desaparece también eros. En
la novela de Ono-dit-Biot, el lector va a encontrar eros, y va a encontrar
también alteridad y lucha. Los protagonistas de la pasión que inunda la novela
son muy diferentes, y su relación va a estar presidida por una dialéctica
tensa, lujuriosa, sofocante y, al final, aniquiladora. La metáfora de la
depredación encarnada por los tiburones que tanto fascinan a la protagonista
femenina, de origen asturiano, recorre toda la historia como un escalofrío de
la profundidad. La novela solo tiene un error: el exceso de ambición por querer
rematar demasiado la fábula, cayendo en más de un cliché. Error que uno
quisiera olvidar cuando se sumerge en esta narración envolvente que le ha
valido a su autor el premio de la Academia Francesa.
FUENTE: EL PAÍS
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