Crónica violenta para una crisis
Hay muchas formas de denunciar una injusticia, pero nada mejor
que revestirla de buena literatura para que cale hondo en las consciencias de
los ciudadanos. La ficción se convierte así en un instrumento poderoso para
contextualizar una realidad compleja, haciéndo más comprensible y provechoso su
análisis y, además, proporciona una lectura que trasciende la percepción
rutinaria de los sufrimientos que acarrea la infamia, descubriendo facetas de
la misma que pueden pasar desapercibidas a fuerza de demagogia.
Gene Kerrigan, uno de los periodistas irlandeses más
prestigiosos y comprometidos, autor de numerosos ensayos sobre los excesos
políticos y financieros en su país y cronista agudo de la crisis económica que
se desató tras años de inicua gestión de las ilusiones ajenas (¿les suena?),
decidió un buen día ceder el protagonismo de sus observaciones al puñado de
personajes que pueblan sus novelas policiacas, fruto de lo cual ha sido una serie
de obras de entre las que La Furia es la primera que se publica en España. Y si
todas las demás son igual de fascinantes e impactantes que ésta, no me cabe
duda de que la editorial Sajalín ha encontrado un buen filón.
El escritor plantea un relato compuesto de varias tramas
aparentemente dispares que poco a poco confluyen en una intriga que sirve al
propósito de describir la ruina social y politica que provocó la crisis
económica, y de paso escarbar en los sótanos donde Irlanda guarda sus pecados
más inconfesables, con la Iglesia católica como diana de sus acerados dardos.
Kerrigan sincroniza las dos tramas principales, alrededor de las
cuales orbita una serie de situaciones que las apuntalan. Así, mientras el
sargento Bob Tidey investiga el asesinato de un banquero corrupto, Vincent
Naylor, un delincuente de poca monta, prepara un ingenioso atraco con el que
pretende conseguir un cuantioso botín. Sin embargo, la inesperada intervención
de una monja retirada y fisgona con un oscuro pasado, trastoca los planes de
unos y otros, provocando una avalancha de acontecimientos violentos que
conducirán a Tidey y Naylor a cruzar sus destinos.
A través de las experiencias de sus dos protagonistas, Kerrigan
explora el submundo de la delincuencia en Dublín, describiendo los ambientes y
conductas de las bandas y sus jefes, a la vez que revela las miserias de un
sistema político corrupto e inepto, que utiliza a las instituciones en
beneficio de sus intereses particulares.
La Furia se ubica así en el terreno de esa ficción de clara
vocación crítica, en la línea de las novelas de Márkaris, en la que el contexto
adquiere una dimensión fundamental que da sentido al relato literario. Emplea
para ello un estilo directo y contundente, que proporciona un ritmo vertiginoso
a la acción y deja sin aliento al lector. Con un argumento bien trabado y unos
personajes rotundos y creíbles, Kerrigan consigue con esta novela su propósito
de remover las conciencias.
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