viernes, 1 de mayo de 2015

GONZALO SUÁREZ: 'Con el cielo a cuestas'

Un orden sorprendente

Gonzalo Suárez publica 'Con el cielo a cuestas', un thriller sexual y vanguardista. También reedita 'Doble Dos', una novela de hace cuarenta años más moderna que la nueva


            
Al mismo tiempo que Con el cielo a cuestas, la última novela de Gonzalo Suárez (Oviedo, 1934), aparece reeditada ahora una obra que el director de cine y escritor asturiano publicó en 1974, Doble Dos. La más reciente, Con el cielo a cuestas, es unthriller sexual ambientado en Francia durante el segundo lustro de los años cincuenta, con el terrorismo del Frente Nacional de Liberación de Argelia y los terroristas profranceses como telón de fondo. El primer plano está reservado a un protagonista español, Lorenzo Massaní, un exiliado republicano que, al ser preguntado a qué tribu pertenece, responde que “a una muy salvaje donde se matan entre ellos y saben que para que algo arda de cuerpo entero se necesita, al menos, un bidón de gasolina”.
Los traumas de la Guerra Civil no pasan inadvertidos, pero la acción comienza —tras un prólogo metaliterario— cerca de Toulon, en una playa de la costa meridional francesa junto a La Seyne-sur-Mer. Allí, al mismo tiempo que se bautiza el buque Tidecrest a los sones de La marsellesa y mientras se está dando un baño, Lorenzo Massaní observa a un Andrógino onanista que parece sacado de un cuadro de Dalí. Cuando regrese a la playa se encontrará con que su cazadora de cuero ha desaparecido, y que en su lugar han dejado una tarjeta con una dirección de París y un pagaré. Massaní acudirá a la casa, conocerá al Andrógino, que buñuelescamente resulta ser la perversa esposa burguesa de un dentista, y se verá envuelto en una aventura pasional en la que no faltan los celos, los asesinatos, los misterios y los rituales.
Sobra decir que Suárez maneja una prosa tan efectiva como la de un guion cinematográfico, con descripciones exactas y someras y diálogos brillantes, sin renunciar por ello ni al humor ni a la metáfora. Además de ello, en bastantes ocasiones echa mano de recursos clásicos de la vanguardia, como el del narrador que tematiza sus dudas: “Entonces comprendí que no estaba soñando, sino recordando un recuerdo olvidado que se resistía a ser contado”. También encontramos a este narrador in fabula cuando, sin previo aviso, nos saca de la historia y nos muestra las tripas del relato. Lo hace desvelándonos quiénes fueron las personas reales en que se inspiró para ciertos personajes, como el de Arlette, o los sucesos que le sirvieron de modelo para algunas situaciones.
Lo sorprendente de la lectura conjunta de Con el cielo a cuestas yDoble Dos tiene que ver con esta búsqueda de originalidad, si es que son esas ansias pirandellianas las que empujan a mostrarnos a los lectores las entretelas del oficio. Y es que, de manera distinta al último libro, en la novela de 1974 todo se supedita a la efectividad del relato, a mantener al lector alerta y preso de los avatares emocionantes por los que pasa el protagonista. Este es, muy brevemente, un periodista español llamado Octavio Beiral que en ocasiones colabora con grupos terroristas, espías internacionales y otros agentes dobles y triples. La trama no envidia a la de aquel primer James Bond del Dr. No y fue de las primeras de Suárez en usar el motivo del bautizo de mar en La Seyne-sur-Mer del Tidecrest.Narra, en resumen, la trepidante suplantación del poderoso Doble Dos, y cuenta entre otros personajes con Francisco Franco. La sorpresa a que me refería antes está en que Doble Dos, siendo una novela publicada hace cuarenta años, resulta extrañamente más moderna que Con el cielo a cuestas. Las dos tienen la impronta de Suárez, lo que es ya de por sí toda una garantía.

 

FUENTE:   EL PAÍS

 

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