Montero Glez, más negro que nunca
El
escritor Roberto Montero González, conocido como 'Montero Glez'. / Efe
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El escritor hurga en 'Talco y bronce' en la podredumbre policial de la Transición
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"Desescribo
mucho más de que lo que escribo", dice un narrador que persigue en la
novela "lo que Camarón en el flamenco"
«Cuento mentiras para revelar verdades». Así se presenta Montero
Glez (Madrid, 1965), Roberto Montero González en su DNI, escritor con
berroqueña voluntad de incomodar y narrar a sus lectores lo que la historia
oficial se empeña en ocultarles. Ha hecho Glez del policiaco su género y vuelve
a la carga con una novela de un negro muy intenso. 'Talco y bronce' (Algaida)
procuró al castizo escritor afincado en Cádiz el VIII Premio Logroño. Es una
historia de amor, entre quinqui y flamenca, en la que penetra en lo más oscuro
de la podredumbre policial de la Transición y que tiene como fondo el drama de
primer desaparecido de la Transición, Santiago Corella, 'El Nani', un
delincuente común asesinado por los policías corruptos de la Brigada
Antiatracos.
«Es una novela de acción directa que se nutre
de todas aquellas lecturas 'hard boiled' de mi juventud», explica Montero Glez,
para quien la inapelable trinidad del género policiaco la conforman «Dashiel
Hammett, Raymond Chandler y Ross McDonald». «Soy un autor de género y la novela
de género negro se basa en la relación del hombre con la propiedad, que es el
tema central de todas mis novelas», advierte un autor de inquebrantable
vocación literaria, que construye sus obras con lentitud. «Siempre desescribo
mucho más de que lo que escribo», confiesa
«La Transición no fue modélica, como se
empeñan en contarnos. En muchos sentidos fue muy vergonzosa», apunta el
escritor. Él se ha fijado en una oscurísima trama «de maderos que asaltaban
joyerías Madrid y les colocaba el mochuelo del delito a los desgraciados
delincuentes». «Eran inspectores de Policía al servicio del Estado, utilizaban
su poder para cometer crímenes y enriquecerse. Formaban parte del lumpen, de la
'lumpenburguesía', que comparte esencia con los atracadores pero distinto grado
social», acota.
Pero insiste en que no es solo la
reconstrucción de un abuso policial, de un vergonzoso crimen de Estado. «Es una
historia de amor y venganza entre un chico, el Chuqueli, y una chica, la
Malata. 'El Nani' aparece como secundario, de modo que la historia de Santiago
Corella y su desaparición me sirve para completar la historia de una pasión en
aquel Madrid que viví y sufrí». Y eso que París o México son también escenarios
de la novela.
Cine quinqui
Dice que el tono del relato esta próximo al
cine de Eloy de la Iglesia y Jose Antonio de Loma, cronistas de aquella España
de heroína, marginación y atracos a mano armada. Los padres del denominado
'cine quinqui'. «Conecta con ese cine, sí, pero no es una novela quinqui»,
aclara rompiendo una lanza en favor de las películas de 'El Vaquilla', 'El
Torete' o 'El Pirri'. «Eloy de la Iglesia es el Fassbinder español y su cine no
se valora como se merece», aventura.
Si se habla de literatura flamenca se siente
más cómodo. El verdadero Dios de Montero Glez es Camarón de la Isla. Lo asegura
sacando de la cartera un calendario con la efigie de José Monge Cruz «bendecido
por 'La Chispa'», la viuda de una leyenda que cambio el flamenco para siempre.
«Yo quiero hacer en la novela lo que él hizo en el Flamenco: escoger lo mejor
del pasado, pasarlo por su personalidad y proyectarlo al futuro».
La novela, la sexta en la cuenta del
narrador, supone además un cambio estilístico. «He amado el barroco, pero me
estoy curando. Ahora tiendo al realismo galdosiano, mucho más eficaz para la
novela policíaca», plantea. «Aunque me hace gracia que se me señale como un
estilista cuando en realidad soy un contador de historias, un narrador».
«El arte tiene raíz moral o no es arte y la
novela o es social o no es novela», sostiene Glez. «De Jack London a Galdós,
pasando por Upton Sinclair o Steinbeck, los grandes novelistas siempre se
comprometen con la realidad social de su tiempo. Si sabes leer entre líneas, la
denuncia late en cada una de sus obras. Sin ideología no existiría la Historia.
No olvidemos que la Historia de la humanidad es la Historia de la lucha de
clases», asegura.
'Sed de champán' (1999) es la novela con
mejor fortuna de Montero Glez, pero no la mejor, según su propio autor, que
coloca al cabeza de su producción 'Pistola y cuchillo' (2010), inspirada en los
últimos días de Camarón de la Isla. Ha publicado también 'Cuando la noche
obliga' (2003), 'Manteca colorá' (2005) y 'Pólvora negra' (2008), ganadora del
premio Azorín. Es también autor de los relatos 'Zapatitos de cemento' (2006),
'Besos de fogueo' (2007) y 'Polvo en los labios' (2012).
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