¿Quién se acuerda de
Namibia?
En días
en que se ha recordado el centenario del genocidio armenio, dos historiadores
namibios reclaman el reconocimiento mundial de lo que sucedió en ese país africano
Namibia es una nación
africana que recién obtuvo su independencia en 1989. Antes había estado bajo
ocupación de Sudáfrica, pero antes de las dos guerras mundiales había sido una
colonia alemana y antes aun el territorio de desierto y sabana donde vivían
muchos pueblos nativos.
A pesar de que está
“enfrente” a nuestras cosas allende el Atlántico (miren un mapamundi y
compruébenlo), casi nada sabemos sobre esa trozo de tierra de forma extraña
ubicado entre Angola y Sudáfrica.
Salvo el periodista y escritor
uruguayo Daniel Supervielle, que tituló una de sus obras Namibia,
editada por Cachimba del Piojo y donde un surfista local quedaba a la deriva en
el océano y culminaba su peripecia en las costas de África, nadie por aquí se
ha ocupado de dicho país.
Pero, ¿a qué viene a
cuento Namibia hoy? La semana pasada se conmemoró en el mundo y también en
Uruguay el centenario del genocidio del pueblo armenio.
La fecha simbólica que
se toma como referencia es el 24 de abril de 1915, aunque antes y después hubo masacres
contra los armenios en varios puntos de Turquía. Desde hace décadas los
armenios le reclaman a Turquía dos cosas: el reconocimiento del genocidio y el
pedido de perdón por lo que sucedió.
Este año, y potenciado
por el centenario, fue el Vaticano quien personificado por el papa Francisco
realizó una declaración sobre el genocidio armenio, al que denominó como el
“primero del siglo XX”.
Quienes pusieron el
grito en el cielo esta vez no fueron solamente los turcos, sino un par de
historiadores namibios, David Olusoga y Casper Erichsen. Ellos son los autores
de un libro titulado El holocausto del káiser,
sobre las matanzas que se produjeron en Namibia entre 1904 y 1909 durante las
guerras de los colonos alemanes contra los pueblos herero y nama.
Según escribió Olusoga
en una columna publicada hace unos días por el diario inglés The Guardian, el
primer genocidio del siglo XX se produjo en esas guerras que expulsaron a los
herero y a los nama de territorios donde habían vivido por centenas de años. La
causa de la expulsión fue el avance de colonos alemanes para ocupar sus
tierras.
Luego de varios
asesinatos de colonos, el comandante de las tropas alemanas Lothar von Trotha
ordenó la eliminación de los herero y luego de los nama, en sucesivas campañas
de exterminio o toma de prisioneros que luego quedaron confinados en campos de
concentración, una práctica que ya habían aplicado los ingleses durante la
guerra con los bóeres sudafricanos apenas un año antes.
Según Olusoga, la cifras
más confiables dicen que hubo 65 mil hereros muertes, lo que correspondería al
80% de la población de ese pueblo en ese entonces. Unos 10 mil namas fueron
asesinados o murieron en esas circunstancias, o sea el 50% de su población.
Cuando se cumplieron 100
años de esas masacres, el gobierno alemán tuvo un acto de sinceridad y
reconoció la responsabilidad en esas acciones sangrientas. Y en 2007,
integrantes de la familia Von Trotha se disculparon de forma explícita al
viajar a Namibia y reunirse con descendientes de hereros.
Olusoga y Erichsen
acuñaron la frase de “el holocausto alemán olvidado” para referirse a lo que
sucedió en Namibia. Se trata de un genocidio poco publicitado, por fuera de la
exposición en los medios que han tenido otros, de un país periférico y casi
desconocido. Seguramente haya varios más, en condiciones similares, que deben
desenterrarse de la ignorancia.
Incluso Olusoga llamó la
atención sobre la omisión del Vaticano, ya que en toda África, y en Namibia
particularmente, crece a ritmo sostenido la población que profesa el
catolicismo. “También crece la conciencia de que este genocidio debe ser
globalmente reconocido”, escribió desafiante Olusoga.
FUENTE:
Uruguay
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