La fantasía, el género que se toma los
libros
Los jóvenes ven la
literatura fantástica como una alternativa para dejar de lado la cotidianidad.
Lleno de dragones,
vampiros, magos, duendes, hechiceros y hadas. Así es el mundo de los jóvenes de
hoy, o por lo menos aquel al que viajan cada vez que leen alguno de esos libros
que los cautivan y que, por las abrumadoras ventas que registran, ponen en duda
la creencia de que los jóvenes ya no leen por estar pendientes de sus
dispositivos tecnológicos y de interactuar a través de redes sociales.
Harry Potter, escrito por J. K. Rowling; Los juegos del hambre,
de Suzanne Collins; Divergente, de Veronica Roth, y Crepúsculo, de Stephenie
Meyer encajan en esta categoría de novelas para adultos jóvenes, que está
conformada en su mayoría por libros considerados como best sellers debido a sus
millonarias ventas.
Se trata de obras que han logrado el reconocimiento del público
general, que plantean historias centradas en mundos fantásticos y que han sido
adaptadas al cine o a la televisión, obteniendo muy buena acogida en taquilla y
altos índices de rating.
Quizás el mejor ejemplo de ello es la saga de siete libros de
Harry Potter. En total,
las ocho películas del joven brujo (el séptimo libro está dividido en dos
partes) lograron recaudar más de 7.000 millones de dólares, convirtiéndola en
la franquicia más exitosa en la historia del cine. Por su parte, los libros de Rowling
han sido traducidos a más de 67 idiomas y han alcanzado ventas superiores a 400
millones de copias.
Pero para los lectores de las obras, aquellos que no se
conforman con ver las historias en la gran pantalla, los libros se han
convertido en un estilo de vida e incluso han llegado a venerarlos como objetos
de culto. Muestra de ello son los grupos de lectores fanáticos alrededor del
mundo, que periódicamente hacen reuniones temáticas en las que se disfrazan de
sus personajes favoritos y emulan, en la medida de sus posibilidades, las
actividades que se desarrollan en estas historias.
Colombia no ha sido la excepción en este tipo de movimientos,
que han estado relacionados principalmente con la saga de Rowling, aunque
recientemente han surgido grupos sobre los últimos éxitos editoriales.
Alejandro Arenas, de 27 años, coordinó uno de estos grupos poco
después de que llegara al país el primer libro de Harry Potter. A través de
Facebook, él organizaba encuentros con otros fanáticos del aprendiz de brujo en
su ciudad (Manizales), para disfrazarse de magos, jugar Quidditch (el deporte
que practican en el mundo mágico de Potter) y hacer trivias sobre los
acontecimientos de los libros.
“La lectura de Rowling es tan apasionante que uno llega a
identificarse con sus personajes y con las situaciones y vicisitudes que a
ellos les toca vivir en la historia”, explica Alejandro, a quien las
actividades relacionadas con el aprendiz de brujo le dejaron otro significativo
legado: amistades entrañables con quienes conoció en el grupo.
“Con ellos –continúa– discutíamos y analizábamos las diferentes
alternativas y teorías de cómo creíamos que iban a ser las siguientes entregas
del libro. De esta manera construimos una comunidad llamada Hogwarts Colombia,
que tenía sus representantes en cada ciudad y era coordinada a través de redes
sociales”.
Isabella Cantos nació en España, tiene 21 años y ha vivido 20 en
Colombia. Ahora estudia periodismo y en su tiempo libre es booktuber, una
tendencia relativamente nueva entre los jóvenes lectores (empezó a aparecer a
mediados del 2013) que implica, principalmente, hacer videos reseñando libros y
subirlos a Internet para que los usuarios de las redes sociales los vean.
Entre otras, los booktuber llevan a cabo llamativas actividades
que se plantean entre ellos, como armar torres de libros y hacer unboxing, que
consiste en mostrar toda la ceremonia de sacar de sus envolturas los libros que
compran o les regalan. Pero lo principal sigue siendo, en todo caso, la
lectura.
Isabella asegura que para ser una
booktuber a carta cabal debe leerse cada mes, en promedio, nueve libros. De
estos, el insumo que no le puede faltar son los pertenecientes a la literatura
fantástica juvenil.
“Lo interesante de estos libros es que en ellos se cuentan
historias que se alejan del estereotipo de los imposibles románticos y se
plantean mundos llenos de aventura, acción y de personajes con los que uno se
siente identificado”, explica Isabella, para quien la presencia de las mujeres
en las historias ha sido determinante a la hora de escogerlas.
“Los personajes femeninos son fundamentales en la literatura
juvenil, y me han llevado a sentir empatía con ellos. Así, mientras leo los
libros puedo viajar a mundos más entretenidos e interesantes que la fría y
lluviosa Bogotá”, cuenta la joven lectora.
Isabella no duda en resaltar otro punto a favor de este tipo de
literatura: sus autores son personas tremendamente accesibles a sus lectores,
quienes los contactan constantemente a través de las redes sociales. La misma
Isabella cuenta que ha sido capaz de hablar con algunos de sus autores
preferidos en persona o vía web.
¿Pero entonces por qué se extiende la creencia de que los
jóvenes no leen? El escritor colombiano Mario Mendoza, quien cuenta en su haber
con cinco entregas juveniles, que empezaron con la historia Mi extraño viaje al
mundo de Shambala, no duda en afirmar que la amplia acogida de estos libros en
la actualidad es una muestra de que el paradigma que dicta que los jóvenes no
están leyendo como lo hacían antes, es falso.
“Los jóvenes de todas las
épocas han leído y los de ahora no son la excepción. El lector contemporáneo,
incluido el infantil, se siente agobiado por la cotidianidad y por la falta de expectativas
en la vida diferentes a hacer plata y pertenecer a un sistema económico. Este tipo de escritura significa un claro escape a ese
sinsentido y permite la posibilidad de visitar mundos en los que todo es menos
tedioso, más interesante”, dice.
De hecho, otra denominación con la que se han descrito estas
obras, principalmente desde la academia, es la de ‘literatura de escapismo’,
por la posibilidad que les brinda a sus lectores de sentir que escapan de su
realidad inmediata para sumergirse en las historias que viven los protagonistas
de las novelas.
Así lo explica Félix Ceballos, filólogo de la Universidad
Nacional y seguidor de la saga de El señor de los anillos, de J. J. Tolkien,
considerado como el precursor de la ola de autores de fantasía actuales.
Ceballos coincide plenamente con Mendoza en afirmar que estos libros
representan para los jóvenes una salida de las situaciones que los incomodan, y
también en que es falso creer que los jóvenes están alejados de la lectura
cuando tienen a la mano tantas formas de hacer esta actividad.
“Ahora las personas son muy hábiles para consumir contenidos a
través de diferentes dispositivos y narrativas, como el cine, la televisión y
el Internet. La gente lee todo el tiempo en sus computadores, en sus celulares,
y la literatura juvenil ha logrado aprovechar esto para aparecer en todos estos
medios”, dice Ceballos, quien agrega que, pese a estas clasificaciones, “no se
debe creer que toda la literatura juvenil es igual y despreciar la variedad y
la calidad que aporta cada autor”.
Por su parte, Jaime García, profesor titular de la facultad de
literatura de la Universidad Javeriana, considera que el auge que ha tenido la
literatura juvenil en los últimos años tiene que ver con dos razones
primordiales: en primer lugar, las ya mencionadas adaptaciones cinematográficas
y, en segundo, García apunta a la estructura narrativa. “En general, estos son
libros que siguen una base moderna, con un inicio, un nudo y un desenlace. Son
obras que no se arriesgan a explorar estilos disruptores, lo cual tiene como
consecuencia que se prestan a ser adaptados y que los lectores se enganchen
fácilmente, porque su lectura resulta sencilla”.
En ese sentido, estas historias pueden constituir la puerta de
entrada a otras obras y abrir el mundo del libro a los nuevos lectores, pues
crean el hábito y el gusto por la literatura. Por eso, el académico recomienda
a los jóvenes que se sigan interesando por la literatura fantástica, pero que
también se atrevan a explorar otras propuestas, y hace énfasis en los clásicos.
“No hay que olvidar la calidad de los escritores
latinoamericanos, aquellos que hacen parte del canon. La literatura juvenil es
atractiva, pero veo necesario ampliar los horizontes a quienes sirvieron como
influencias para su aparición”, apunta García.
FUENTE: EL TIEMPO
Colombia
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