Publican en España una antología esencial de Fina
García Marruz
Coeditado
por la madrileña Ediciones Bagua y la habanera La Isla Infinita— contiene
buena parte de sus textos publicados
Sitio es el breve nombre de la selección de
poemas de nuestra gran creadora Fina García Marruz escogidos por ella misma. El
precioso libro —coeditado por la madrileña Ediciones Bagua y la habanera La
Isla Infinita— contiene buena parte de sus textos publicados y también un
manojo de poemas inéditos o no incluidos en libro.
Hay que agradecer a
Mayda Bustamante y a José Adrián Vitier que hayan conjugado el esfuerzo para
que el lector español conozca más de una de las grandes voces poéticas de
nuestro idioma. Fina ha recibido ya el Premio Federico García Lorca y el Reina
Sofía en España, y el Pablo Neruda en Chile, en los tres casos distinciones
consagratorias. Somos cada vez más los especialistas y lectores que arribamos a
la certeza de que la habanera merece el Premio Cervantes, máximo galardón
literario en lengua española para el que ha sido nominada en varias ocasiones.
El título del libro
recuerda aquellos versos de Eliseo Diego —otra figura esencial de la generación
de Orígenes, tan cercano en obra y sentimiento familiar a Fina— cuando habla
“del sitio en que tan bien se está”.
Hasta un lector digamos
empedernido de la autora de Visitaciones (como es el caso de quien firma estas
líneas) descubre momentos en los que antes no aquilató toda su hondura y magia.
Uno relee y le queda más claro ese vínculo entrañable de García Marruz con lo
mejor de nuestra música popular. El retrato de Bola de Nieve, por ejemplo,
parece juntar la eficacia de la poesía con una excelsa crónica periodística.
La poética de Fina —como
ha enfatizado y comentado Milena Rodríguez Gutiérrez, otro nombre importante en
la promoción de su obra en España— incluye desde “el cacharro doméstico
hasta la Vía Láctea”.
En uno de esos poemas
que esta ejemplar antología regala se hace evidente que nuestra escritora,
además de ser una de las mejores ensayistas sobre temas martianos, ha sabido
llevar a su obra la lección de ese fundador también —y menos recordado por ese
ángulo— en el terreno de la poesía.
Una voz autorizada en el
tema como Roberto Fernández Retamar ha comentado sobre esa huella de Martí que
late como legítima herencia en la obra poética que nos ocupa.
La joya literaria nos
pone ante la imagen de un humilde barrendero que hace su trabajo, desafiando la
furia del viento. Hay en esa imagen entrañable mucho de la serena, callada,
incesante y tan auténtica trayectoria literaria de Fina García Marruz:
“Loco ni simple era.
Yo lo vi bien despacio.
En la espalda tenaz estaba el rostro entero.
Cada vez más pequeño, solo en el remolino,
servidor de qué orden implacable y secreto,
con la desobediencia del aire se batía,
una y otra vez, con un extraño celo”.
Yo lo vi bien despacio.
En la espalda tenaz estaba el rostro entero.
Cada vez más pequeño, solo en el remolino,
servidor de qué orden implacable y secreto,
con la desobediencia del aire se batía,
una y otra vez, con un extraño celo”.
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