martes, 28 de abril de 2015

EDGARDO COZARINSKY: “Toda vida está hecha del entrecruzamiento de otras vidas”

Edgardo Cozarinsky: "La memoria olvida más de lo que recuerda"

 

Con dos libros recién editados, el realizador visita Chile para presentarse en la Cátedra Abierta UDP, el próximo miércoles 29.

 

 
El narrador sin nombre del relato Hotel de emigrantes (recogido en La novia de Odessa), de Edgardo Cozarinsky, afirma: “Toda vida está hecha del entrecruzamiento de otras vidas”. Hay una película en que el narrador, que es Cozarinsky, opina algo parecido. 
Su propia obra es un entrecruzamiento constante. En su primer libro, Vudú urbano, se mezclaban testimonios íntimos, citas de lectura y relatos. “Así como las tarjetas postales fijan y reproducen el aspecto más típico de un paisaje, de un monumento o de un rostro, estos textos quieren fabricar imágenes públicas y comunes, un déja vu donde diluir lo que puede haber de demasiado subjetivo en una experiencia y una sensibilidad individuales”.
En su último libro, la compilación de ensayos Disparos en la oscuridad, que presentará el miércoles en la Cátedra Abierta de la UDP, se cruzan ciudades (de París a Budapest, de Tánger a Beirut), lecturas, escritores y cine. Lo mismo aparece la guerra de las Malvinas que Paul Bowles,  Chaplin o José Bianco, Orson Welles, Silvina Ocampo.
Ya antes de Vudú urbano, Cozarinsky había hecho varias películas. Y siguió haciéndolas. 
¿Qué se siente más: cineasta o escritor?
Hoy diría que soy un escritor que hace cine. Hace 20 años hubiese invertido los términos, porque veía menos claro que hoy.
¿Se enfada si a alguien le gustan sus libros pero no sus películas?
No me enfado con el gusto ajeno, ya el mío es bastante arbitrario. Me irrita, en cambio, la lectura distraída que cita o parafrasea erróneamente, pero como mi norma de conducta es no responder nunca a una crítica, a la larga me olvido.
Sus ensayos o reseñas, ¿las considera literatura? 
Eso lo deben decidir los lectores. Escribo con pareja atención a las palabras pero la entrega a lo imaginario, siempre presente, varía de intensidad entre una ficción, aun alimentada de documentos, y un ensayo, contaminado de ficción.
¿Es usted un escritor tardío?
Muy tardío. Después de dos primeros libros ocasionales y muy espaciados, que decidí olvidar, el primero que reconozco, Vudú urbano, apareció por primera vez en 1985 y luego no publiqué hasta el nuevo milenio. Pero desde 2001, ya cumplidos los 60 años, no he parado.
Lo “autobiográfico”, ¿obliga a decir la verdad?
Es muy difícil decir la verdad aunque uno se lo proponga. La memoria olvida más de lo que recuerda. Y el mismo impulso autobiográfico empieza por convertir en personaje de ficción a quien escribe “yo”. Acaso se termina diciendo una verdad profunda, escondida, más allá de los hechos.
¿Siente alguna predilección por los escritores reaccionarios?
Me interesan sobre todo por la lucidez, no empañada por ninguna ilusión progresista. Y me desafían al inspirarme algo parecido al miedo.
Cuando se le dice “cosmopolita”, ¿siente orgullo o fastidio?
Depende de quién lo diga. La palabra en sí dice más sobre quien la emplea que sobre la persona de la que habla.
¿Qué le escandaliza, si es que hay algo que le escandalice?
La clase política argentina. Ningún escepticismo basta para tolerarla.
En algunos ensayos aparece bebiendo vodka, ¿es una coincidencia o le gusta?
Me gustaba, y mucho, pero desde noviembre de 2014, después de una visita al sudeste asiático, dejé el alcohol, los ansiolíticos y los somníferos. Lamento usar una palabra de la jerga policial: estoy “clean”.
¿De verdad Silvina Ocampo se hizo amiga de un exhibicionista?
El episodio que cuento no tiene, salvo las palabras de ella, un antes ni un después. Pero no me extrañaría, dado su carácter caprichoso y el gusto por escuchar a personas ajenas a su ambiente, que Silvina haya cultivado encuentros más o menos casuales con ese personaje.
También hay varias referencias al tango... 

El tango es un elemento esencial del sentir porteño (en el sentido argentino de la palabra: oriundo de Buenos Aires). Cuesta mucho aceptarlo, pero llega un momento en la vida en que uno se reconoce en ese universo, música y letra, que de joven rechazó. “El tango te espera”: cita adjudicada a distintos autores y músicos.

FUENTE:    LA TERCERA   Chile

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